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1/08/2018

La Alegría no tiene edad...



Uno de los lugares que más me ha apasionado es el Paseo La Princesa del Viejo San Juan. 

Un lugar donde el turista o visitante local podía comprar desde artesanías, sombreros, beberse una piragua o comerse unas empanadas ¡bien ricas!

El camino histórico del Paseo La Princesa data de esos tiempos coloniales donde fue diseñada como una prisión; de hecho, allí fue encarcelado el líder Nacionalista, Don Pedro Albizu Campos cuando el gobernador de Puerto Rico era Don Luis Muñoz Marín.

Con el paso del Huracán María, se remozó y se limpió hasta que poco a poco regresó a un tipo de normalidad. 

Además de ser un patrimonio histórico es el lugar preferido por muchos turistas que caminan y se pasean por todo el Viejo San Juan.

Ver los domingos desde tempranas horas, personas de todas las edades congregarse es algo alentador toda vez que esperan con ansias el grupo de música latina local con el merengue, la trova y la bohemia que no puede faltar.

Es bien emotivo ver gente de edad avanzada bailando y cantando, disfrutando de ese instante de felicidad.

Es preciso apreciar como se mueven y bailan en grupos, colocan sus sillas, y disfrutan del ambiente mientras miles de espectadores como Yo les tomamos fotos para compartirlas en las redes.

Cuando veo toda esta algarabía me convenzo cada vez más que para tener alegría no hace falta edad. Es cuestión de espíritu. 

Es apreciarse y compartir, sonreír genuinamente, cantar, alejar el dolor y las penas aparte de saber que al final hay algo bueno.

Esto lo escribí en enero de 2018, un año después del paso del huracán María.

Cuando regreso a este artículo y veo las fotos siento la nostalgia de un momento pleno que por circunstancias naturales se ha desvanecido poco a poco.

Recién ayer hubo dos temblores adicionales en área sur de Puerto Rico, sin hablar que la pandemia nos ha sumergido en una incertidumbre y un encierro obligatorio que en cierta medida se va abriendo cada día más.

Es decir, ahora podemos salir con todas los cuidados y precauciones para no ser infectados.

Nuestro mundo ha cambiado. Nada es igual. Aun cuando en momentos salimos o estamos fuera, la tensión de estar expuestos nos hace refugiarnos nuevamente en nuestros hogares.

De modo que salimos lo menos posible.

Así las cosas, cuando vuelvo a estas instancias donde la fotografía caminaba por sí misma, me siento que de pronto me han quitado algo que amaba tanto sin quererlo.

Aunque ese amago de tristeza se me quita rápido lo cierto es que ese Paseo de la Princesa que disfruté tanto va a  estar ahí cuando regrese.

Cuando vuelva con mi cámara a exponer la felicidad del espíritu del ser humano que no le tiene miedo a la edad porque en esencia el espíritu es mucho más fuerte y la mente puede mucho más.

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