Estructura abandonada de la Imprenta Elmendorf |
Hace poco, mientras transitaba por la Ave. Roosevelt en dirección a la Muñoz Rivera, me detuve en una intersección en la Calle Cadiz y con mucha tristeza observaba las ruinas de lo que una vez fue la imprenta por excelencia de la publicidad en Puerto Rico.
Conocí a Don Carlos Cruz, su dueño, cuando apenas trabajaba en un área tecnológica en el Departamento de Instrucción Pública en Hato Rey. Recuerdo que mi padre me llevó uno de esos días en que le daba por salir y beber y en todo caso me buscaba luego de la jornada de trabajo. Pero ese día, recuerdo que justo antes de llegar al área del "Black Ball" en Levittown, nos detuvimos en esta imprenta ya que él tenía que aprobar lo que se conocía en aquella época como una separación de colores.
Ahí se subía al segundo piso donde se realizaban las separaciones de colores |
Fue un momento en la historia de la producción en que para realizar una separación, existía una unidad para enmascarillar. Empleados que cortaban y separaban mecánicamente cada color hasta tener cada tono por separado. Y era un grupo grande de empleados. Y eso era una norma, si por ejemplo usted iba al periódico El Nuevo Día en aquella época a llevar un arte, en esa área del periódico del segundo piso habían sobre 10 mesas de trabajo donde se enmascarillaba.
Si analizamos que desde principios de los 80's las Macintosh inundaron el mercado publicitario de impresión, podríamos llegar tal vez a la conclusión que en menos de una década, esas mismas unidades de trabajo habían desaparecido. La tecnología de la pre producción eventualmente tendría un efecto devastador.
Ese inicio lo cambió todo, tal vez el principio del colapso de una industria que se le iba a ser difícil por no decir imposible adaptarse. Las aplicaciones ya en el 2001 realizaban gran parte del trabajo mecánico, la parte digital fotográfica se iba fortaleciendo y la industria de la impresión cada día buscaba métodos digitales sin necesidad de llegar a la prensa tradicional.
Lo que queda de la Oficina de Don Carlos Cruz |
Y eso tuvo mucho que ver, porque fue precisamente en esa época que Don Carlos perdió la cuenta de Turismo, Banco de Desarrollo y tal vez no que las perdiera, sino que estas formas de producción comenzaban a producirse en otros espacios más cómodos pero con mucha menos excelencia en el producto final.
Todas estas transformaciones afectarían trágicamente junto a los avances y estructuras de impresión digitales interiores, exteriores, el principio de Internet y la oportunidad de producir impresos fuera de Puerto Rico, en fin, el principio de un cambio radical dentro de una empresa cuya estructura clásica y tal vez no tan clásica, a la larga se iba a desmoronar o se iba a caer ante una competencia que crecía en un ambiente mucho menos costoso, rápido y digital.
Esa es una conclusión muy personal, y en realidad no soy un experto en este tipo de análisis. Lo cierto es que fue extremadamente triste ver un lugar en el cual su dueño fue un muy buen amigo y buena persona. Era el impresor de los artistas más reconocidos. Fue el que inició las impresiones de la Agencia de Publicidad de Tere Suárez. Cuando usted entraba a su despacho podía ver cuadros de Carlos Irizarry, Martorel, además de Rafael Trelles. A todos les imprimía de gratis. Ellos a cambio le obsequiaban una de sus obras.
Era un ambiente profesional, de mucho esmero y cuidado. De un nivel de trabajo que no se daba en ningún otro sitio. Sus piezas impresas eran impecables, nítidas, el color y las tonalidades; exactas.
Don Carlos era humilde, no presumía a pesar que siempre Elmendorf ganaba los premios de calidad de impresión en Puerto Rico.
Don Carlos Cruz murió el 31 de marzo de 2011.
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