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3/03/2012

La Salvación es Individual


Foto: José Carlo Burgos / Cementerio de la Capital, Viejo San Juan , Puerto Rico


Nuestra vida material, metida en las profundidades del mar donde se esconden las doctrinas religiosas de los dogmas tradicionales y una sociedad puertorriqueña ceñida en el consumo con un egoísmo rampante y podrido hasta el tuétano, con siglos de maldad que pesan sobre nuestras costillas. Una sociedad cuyas nociones mundanas sobre la vida diaria provienen de una cultura maltrecha con datos históricos imprecisos que unido a ciertos rasgos religiosos que se nos han inculcado desde niños han creado una humanidad de pueblo plenamente hipócrita.

Una educación infantil e ignorante basada en una supuesta realidad sobre meras especulaciones de grupos que buscan y buscarán para siempre la salvación. Que lejos de ser religiosos, utilizan el dolor humano o las vidas de seres ultrajados por sus propias decisiones.

Recuerdo en mi interior cuando vibraba el espectro infantil de la iglesia católica. Ese culto modesto y solemne desde el sonido inicial de las campanas de la iglesia hasta el saludo ficticio poco antes de la eucaristía.

Con el paso del tiempo aprendí que al escudriñar los libros, los hechos históricos jamás se borran. Guerras salvajes de las Cruzadas, torturas insólitas e inimaginables hacia los herejes y las sentencias injustas contra partidarios de la revolución teológica en América Latina no podrían desembocar en otra cosa que en la destrucción de la Fe cristiana.

Nuestros líderes religiosos; esos patriarcas de la moralidad; esos supuestos exponentes de la verdad entre el bien y el mal tienen en su frente grabada la codicia como si fuera una estampa tatuada en la piel. Poseen o al menos ellos dicen que poseen el poder de la “Palabra” sin embargo es una palabra que no es la de Dios.

Si de algo estoy convencido que en su intimidad pululan en las sombras con las escenas pornográficas de la lujuria, la vanidad y la ira que unida y entrelazada a esa avaricia desenfrenada se convierte sin lugar a dudas en la fuente alterna de su naturaleza humana.

Frente a sus altares, resplandecen como si fueran actores de Hollywood, con esa vestimenta religiosa repleta de santidad, impecable y planchada, ante la mirada material y absurda de sus seguidores, quiénes buscan desesperadamente, una escapatoria por aquello que fueron en el pasado.

Tal vez piensan y están totalmente seguros que Dios olvida. Que su pasado no es más que un mero resbalón, un accidente por así decirlo en medio de su ascenso directo a la divinidad. Utilizan la desgracia humana para fundamentar sus teorías. Establecen ejemplos de carne y hueso como si los que estamos ajenos a sus prédicas fuésemos de cierto modo e irónicamente los fenómenos de un circo.

Su principio dentro de su confidencialidad humana es sencillo: cambiar su moralidad por el amor al dinero. Enfrascarse en luchas, atropellando a cualquiera con el fin de lograr sus propósitos. Pero al final del día cuando se ven a sí mismos frente al espejo, quedan pillados ante la estampa real de su miseria humana. Por eso es que su refugio perfecto es la religión. Es la coartada estudiada para cubrirse con un manto lleno de mentiras y falsedad. Si no me creen lean los periódicos y busquen cuántos han sido acusados de actos lascivos.

Dios se les aparece a su conveniencia y utilizan cualquier herramienta como el engaño masivo de su prédica hipócrita. Con una oratoria aprendida logran que miles de personas, ciegas por naturaleza y pobres de espíritu sustraigan de sus carteras y billeteras sus ahorros. Aprovechándose como se aprovechan las aves de rapiña para levantar un culto con el fin de crear un imperio religioso. Así y con el tiempo, han levantado no tan sólo estructuras de concreto con nombres ridículos sino que han creado toda una estampida en los medios con el nacimiento de cadenas de televisión, la evolución tecnológica y digital de las redes sociales y por supuesto, los programas de de televisión pidiendo dinero y de radio además.

Un rebaño sedicioso que ha evolucionado como un Estado Político cuya Sagrada Inquisición se encuentra en sus espaldas. Su contraparte; una manipulación protestante masiva y un ministerio evangélico fanático cuyas vertientes nos han llevado sin duda a pensar en los aspectos más ridículos de la mente humana, como escalar paredes de oro cuando llegue el supuesto rapto final de todos los tiempos.

En esencia todos estos religiosos o fariseos son nada más y nada menos que instrumentos de venta o de destrucción masiva, donde se esconden sus verdaderos intereses. El culto al dinero, al lujo y a la extravagancia, las modalidades de la moda y la incursión de su peculiar moralidad en el ámbito político. Ahí están sus dioses. Para su maldito enriquecimiento.  Una filosofía vana que esconde la piel oscura de la malicia religiosa que raya en la locura espiritual.

Y en medio de toda esta tempestad social y religiosa le hacen competencia a los católicos sin pensar que fuera de esos muros de salvación, está nuestra sociedad. Pero, la ironía es que a esa misma sociedad le importa poco esos preceptos hipócritas cuyos hormigueros de gente viven en los templos “con placeres para esconder el miedo y lo ajeno” como decía Facundo. Viendo cómo se entregan a Cristo cerrando para siempre el infierno de su pasado. Una Biblia debajo del brazo es suficiente para asegurar su pasaje a la salvación.

De manera que nuestra sociedad busca de Dios como una brújula dirige nuestros pasos. Es ridículo concebir la salvación como una escalera precipitada al paraíso con un número específico de personas escogidas. Pensar que son los dueños de la verdad y esa verdad en algún momento nos irá a buscar tarde o temprano. Similar a un personaje siniestro sacado de los “cómicas” para enfrentarnos cara a cara con nuestro destino.

Los falsos profetas están por todas partes. Y se propagan como un virus que se esparce sin control aparente. Gritan desde las aceras con las escrituras en mano. Alejándonos cada vez más de la verdadera esencia de la bondad, la dignidad, el amor, la tolerancia y otros valores que se intuyen como principios y anhelos de nuestra humanidad.

Para mí lo único verdadero que llena mi espíritu jamás podría estar plagado de sueños estúpidos con historias de salvación. Porque la verdad o el significado inequívoco de la verdad está escrita sobre un velo de misterio con miles de interrogantes.

Nos toca a cada uno dar cara a cada una de esas preguntas. Es por eso que la salvación es individual. Cada cual debe cargar su propia cruz. Y el espíritu, que convive en nuestro conciencia es por mucho, más de lo que esos pendejos piensan que es.

Si la limpieza espiritual fuese una verdad, nuestra limpieza tiene que comenzar con uno mismo, puesto que “no hay espíritu limpio si tú estás sucio”.

Extracto editado de mi libro: “Al Final del Camino”.

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