De La Capilla Franciscana, Viejo San Juan, Puerto Rico / Foto: José Carlo Burgos: Fotoperiodista |
Obviamente la parte económica nos quita el sueño o por lo menos a mí me pasa...
La salud y las emociones que se nutren de un diario y sus circunstancias...
las interacciones y los juegos mentales que se tiene continuamente con otros y las prolongadas horas de trabajo en oficinas, no dan el espacio para parar y pensar un poco. Pero debemos hacerlo.
Debemos buscar un momento, un silencio, cierta intimidad espiritual que nos ayude a pensar un poquito más allá. Y compartir nuestra esencia en aquello que creemos, en ese algo que no vemos pero nos protege.., a pesar que para algunos eso sea un cuento de hadas.
Pienso además que los pueblos nunca deben perder la Fé. La esperanza y el deseo de caminar un poquito más lejos. Lograr la libertad y aceptar quiénes son distintos sin mediar la injusticia o la desigualdad. Aunque suene utópico, el foco central de nuestras vidas se debe acercar cada vez a algo que nos mueva a ser mejores seres humanos para alcanzar la paz.
Y somos testigos de las atrocidades que aparecen día a día en las noticias, o circunstancias trágicas que se graban en segundos, que arropan las redes; se convierten en muestras virales de lo peor en el mundo. Cosas que jamás pensé, podían suceder. Y es mucho peor cuando se pueda pensar que eso es normal en un mundo como este. Y no, no es normal. Cualquiera que ve cómo se matan los unos a los otros, se explotan en actos de terror o se meten a escuelas de niños y jóvenes o discotecas homosexuales y acribillan a media humanidad; jamás puede ser normal.
Y por eso, que la oración es tan importante. Es un momento sagrado en donde la conciencia le abre la puerta a nuestro espíritu para que humildemente, pueda dar gracias por las bendiciones y le pida ya sea al universo, o a "papa Dios", en fin, lo que usted crea; que aquellos que sufren lo peor de la vida, haya misericordia y piedad. Los que sufren torturas inimaginables en otras partes del mundo; que puedan liberarse, que se derrumben para siempre esos regímenes basados en el miedo y la crueldad y a los que roban, se lucran, amenazan o utilizan la debilidad de sus semejantes para lograr o ampararse en su propios beneficios, que al final haya justicia.
Que este jueves, 29 de marzo de 2018 nos sirva para poder meditar y entender que no estamos solos. Que hubo uno que sufrió los más brutales castigos y torturas por nosotros. Ahora, cuando en Puerto Rico se discuten temas tan trascendentales, pudiésemos de algún modo elevar una plegaria y dejar a un lado las cosas que nos separan de la bondad y la dignidad propia.
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