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2/01/2018

El camino de la vida

Seguir andando...

Mi amigo Basilio, que siempre hablamos de política en la madrugada.
Foto: Leica X1 / José Carlo-Fotoperiodista
Al mirar atrás observo mi vida desde la perspectiva de un hombre de 56 años, que diariamente asiste a su trabajo y lucha por su sustento y la familia. No es fácil hoy día, no es como antes que donde quiera se conseguía uno sus habichuelas.

Ahora la peculiaridad es que trabajas mucho más por mucho menos. Los índices económicos en Puerto Rico, donde nací y vivo; indican que desde hace aproximadamente una década, el extenso deterioro del flujo económico penetró las arcas en los bolsillos de cada cual como en los comercios, tanto grandes o pequeños

Y este cataclismo de flujo de capital nos ha salpicado a todos. La precipitada caída del mercado hipotecario cuyas tendencias se advirtieron desde la presidencia de Ronald Reagan, explotaron y agrietaron una presunción equivocada del valor y el mercado. La burbuja se desintegró y con ella una reacción en cadena de toda una strata social que se sostenía a base de un financiamiento falso, utilizando como métodos financieros de aprobación la especulación y apuestas en torno a valores inflados o no tenían fundamentos concretos de crecimiento.

Aquí, con la derogación de la Sección 936, sobre la cual descansaba toda una industria privada y corporativa trajo como consecuencia su partida y el eventual desmantelamiento de todo un componente que generaba miles de empleos directos e indirectos y que cuyas ganancias estaban prácticamente exentas de contribuciones locales, lo cual permitía una inversión próspera y abundante.

Otro detonante en la Isla lo fue el aumento desmedido y desconsiderado de la Autoridad de Energía Eléctrica. La misma corporación pública que creó un agregado en su factura: el famoso "ajuste por combustible"—el cual incluía unos costos exorbitantes de luz eléctrica en nuestras residencias como en comercios o edificaciones públicas o privadas. Lo que la partida de las 936 no se llevó, la factura de la AEE (Autoridad de Energía Eléctrica) lo destruyó.

Y siguiendo esa misma línea de pensamiento, el robo desmedido con actos de corrupción que han plantado bandera fuera de nuestro entorno dejándonos con una trágica imagen en las esferas extranjeras. Actos impensables de funcionarios con un calibre profesional impecable hasta ese entonces. Y ese aprovechamiento unido al uso de sus facultades y relaciones dentro del estado propiciaron un ambiente de desconfianza en un territorio subordinado a los poderes plenarios del Congreso Norteamericano.

Sin contar que nuestros políticos tradicionalmente aun dentro de un contorno isleño que en esta década se ha caracterizado por tener una deuda descomunal, viajan, tienen dietas, chófer y les pagamos los gastos de representación. Todo ello a costas de un pueblo donde el 40% de la población es la que trabaja y rinde contribuciones. El restante por ciento vive dependiente de ayudas locales y federales debajo de subsidios inconcebibles y que aportan al deterioro de la vida social de una fuerza laboral que apenas subsiste.

Obviamente hay un gran número de pensionados y envejecientes que sí, le es necesaria esos beneficios. Pero es frustrante ver cómo se nutren algunos del sudor de otros, que se esfuerzan por mantener a sus familias y cumplen con las normas financieras del estado. A ellos precisamente dentro de un tiempo corto habrán de enfrentar una administración republicana que su modo es recortar específicamente esas ayudas; si no me creen, refiéranse al mensaje de estado del presidente de Estados Unidos.

Para finalizar es imperativo que en este orden, el País consiga una jornada verdadera con un norte ideológico propio, no dependiente y mucho menos subordinado; la patria debe desempolvar y descartar toda esa retórica de mensajes y expresiones coloniales y caminar hacia un futuro seguro pero que le sea propio, que pude desarrollar su propio destino. ¡Que tomará años! Sí, de hecho, tal vez Yo no lo pueda ver, pero mis hijos, hijas, nietos le deben ver y además vivir. Y crear unas circunstancias de identidad que no estén subyugadas a poderes extranjeros o decisiones extremas que alteran nuestro orden social y comunitario. Las Leyes de Cabotaje por ejemplo, que nos obliga a mantener una marina mercante extranjera, Las Leyes judiciales que ponen en vilo a nuestra gente, y la intervención indebida en áreas donde la industria local promete cierto crecimiento.

Pero para lograr eso, nuestro desarrollo se tiene que probar, nuestra facultad de llevar a cabo procesos de altas finanzas con una extrema pureza y pulcritud, tenemos que probar además que nuestros dirigentes lejos de ser corruptos, mantengan esa humildad de servicio y honradez ciudadana, debemos probar también que tenemos la capacidad y las agallas de reconstruir una fuerza laboral que inserte y cree las bases de un desarrollo autosuficiente y prometedor para futuras generaciones. De tener una clase profesional de vocación y no sumergida al desdén de la plata primero que la salud. De esa forma, podremos traer de vuelta a una inmensa población puertorriqueña que se ha ido sin medida o esperanza, sin futuro y mucho menos con el deseo de regresar.

Solo así regresaremos al verdadero y justo camino de la vida, al camino de esperanza validada por un pueblo noble que no claudica ante las peores circunstancias.

Solo así podemos seguir andando con paso firme, dejando atrás todo aquello que nos encadenó durante tanto tiempo...


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