Cuando era Israel Rodríguez & Partners — Donde trabajábamos |
Luél, homosexual declarado, se le diagnosticó SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) a
principios de los 90's. Un aparatoso accidente de
auto trajo sin él tan siquiera pedirlo o solicitarlo, la prueba de SIDA, saliendo
positivo. En un momento donde los medicamentos y el tratamiento era casi nulo. Se le hacían transfusiones periódicas.., eso hasta que pudo sobrellevarlas.
Esta condición la llevaba consigo por más de cinco años.
De hecho, Luél ya llevaba con la enfermedad siete años. Y en tres meses después de
mi comienzo se comenzaba a ver el deterioro de su cuerpo. Las llagas eran evidentes. A mitad de año
se le concedió estacionar justo en la puerta de enfrente que daba directamente
al Departamento de Arte de la Agencia donde yo trabajaba.
A veces sangraba en la silla, o se desmorona y gente de la Agencia salían corriendo al hospital. Me parece, según recuerdo, que dos meses antes de finalizar el 1995, ya
estaba en etapa terminal, hospitalizado en un área restringida en el Prebisteriano.
Allí con una
máscara de oxígeno balbuceaba, sabiendo que el momento de partir estaba cerca. Luego
de varios días de haberlo visto en el hospital convulsionando, murió de complicaciones
relacionadas a la enfermedad. Y les digo, fue muy impresionante. Algo que jamás olvido.
Hoy, después de tantos años me recuerdo
de él. De las discusiones y de su forma de ser. Y al recordarlo con una breve
nostalgia, pienso en los cambios sociales que se avecinan, me pregunto y hasta me contesto ¡Coño, que injusto es el mundo! ¿hacia
qué sociedad nos dirigimos?
Todo esta discusión y discriminación hacia aquellos que no son iguales a nosotros, el aparato del estado por otra parte con una intromisión excesiva en la vida íntima y personal de los seres humanos, el acoso de un gobierno extranjero, comenzando con la presidencia y su hipocresía moral y religiosa, y para finalizar; los seudo líderes sociales de aquí en Puerto Rico que son maquetas y marionetas de las altas esferas; me enferman y me dejan claro cada día que pasa les respondo menos a ellos.
Respeto a mi prójimo no importa sus tendencias o sus gustos. Los valoro como seres humanos. Y le doy gracias a Dios por haber vivido esa experiencia y por tener la oportunidad de compartirla con ustedes.
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