Sobre una cultura de armas de fuego la solución presidencial
Para el presidente Donald Trump armar a los maestros es una alternativa viable para lograr la paz en los planteles escolares norteamericanos. Nada más y nada menos que colocarle armas de fuego a los profesores dentro de la escuela y Yo me pregunto; ¿incluye todos los niveles, elemental, intermedia o superior o como se describe la educación allá, en los estados?
Es decir, ¿tendrán maestros del primer nivel armados junto con niños?¿de eso es lo que se trata?
Mientras se intensifica el reclamo de estudiantes alrededor de la Nación para crear límites y establecer parámetros para controlar el acceso a armas de fuego, el Presidente sugiere hasta incentivar a los maestros con un bono y crear partidas federales para entrenar a maestros en las escuelas de norteamérica.
Según él, a pesar que dice que no quiere que los maestros posean armas de fuego no tendría reparos para aquellos que tengan la disposición y las aptitudes para ello. Esta posición no es nueva, es una idea reciclada de la NRA (National Rifle Association) que entre numerosas proposiciones, una de ellas es precisamente armar a los maestros, lo que resulta, al menos para mí; abominable.
Y predicar como lo ha hecho uno de sus propulsores Wayne LaPierre, Jefe de NRA, que la única forma de detener estos ataques armados en las escuelas es
que "el individuo malo y armado se encuentre con uno bueno; armado también". Y este argumento, que lo repitió Trump propone pagar con la misma vara.
Violencia con violencia. Sin pensar que en momentos tan críticos donde una escuela que está siendo atacada por un asesino se enfrente como en las películas de cine a un maestro tipo vigilante respondiendo a tiro limpio. Uno de los problemas es que la vida real no es como en las películas. De pronto al maestro sin querer se le safa un disparo, coge a un estudiante, el asesino sigue vivo y eventualmente es capturado o muerto por las autoridades; y ese estudiante que murió de manos de un maestro: ¿qué hacemos?¿no lo entrenó el propio sistema?¿quién va a pagar los platos rotos?
De lo que se trata aquí y pretende la administración del Presidente, es adoptar una medida para que el juicio social no intervenga con la reglamentación de armas y destacar para las gradas el hecho de que el Presidente Trump, quien ha sido su leal aliado desde el inicio de su campaña política, se mantenga alejado de los intereses que mantienen y sostienen ese emporio de armas de fuego. Sin tener que alterar para nada las disposiciones actuales que reglamentan la adquisición de esos artefactos violentos.
Que un joven de 18 años tenga la facultad para adquirir un arma de fuego es impensable. Pero se trata de una sociedad distinta, criada y fundamentada en el ejercicio de una cultura basada en la violencia. Y ciertamente, cientos de miles de ciudadanos estadounidénses utilizan este derecho en Ley con las normas y la responsabilidad que esto les provee. Pero abrirle la puerta a personas e individuos que no pasan por ningún tipo de crisol para estar armados a esa edad es una tragedia.
Pensar en tener maestros armados no tan solo es enfermizo, es inaudito. Es fomentar el mismo ambiente violento que los ciudadanos deben rechazar. ¿qué se debe hacer entonces? Definitivamente se deben modificar las Leyes. Si eso incluye enmendar la Constitución, pues que así sea. Si no, tienen que crear un sistema de estricticidad hacia aquellos que con una edad de 18 años estén impedidos de poseer una arma de fuego. Para ello, ¿por qué no modificar la edad a 25 años? Donde haya cierta madurez. Tienen que trabajar con los perfiles de cada individuo que solicite este derecho. Un cotejo como el que quería implementar Obama y no lo dejaron. Eso es imperativo. Es la única forma que se puede tocar a ciencia cierta quiénes portan las armas y porqué.
Un registro que le impida a personas enfermas o que padecen de algún modo de asuntos críticos de personalidad o enfermedades mentales o psicológicas tener el derecho de ir a una tienda y salir como un comando a matar. Las autoridades tienen que estar alertas y actuar y no despachar las señales de humo por mínimas que sean. En el caso de Cruz, toda la facultad, estudiantes y personal administrativo dieron miles de veces la voz de alerta. Las entidades deben responder responsablemente. No pueden seguir con ese panorama teórico y burocrático que tiene sometido a los niños en las escuelas a un ambiente en ascuas por si algo ocurre.
Pensar en armar a los maestros solo puede venir dentro de un ambiente político cuya visión no depende del bien común, depende de sus propios intereses y el sostén de Asociaciones que se mantienen a flote por ese cabildeo negativo dentro de una esfera política que se nutre de la ignorancia y la violencia.
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