Hans Joachim Dudeck |
9/11 - Difícil de olvidar
El 11 de septiembre de 2001, trabajaba por cuenta propia y me despedía de mi esposa en la mañana, ya que tenía una reunión en una empresa privada extremadamente importante. Hablaba en el carro con aquellos celulares rudimentarios con mi cliente cuando de pronto me interrumpió—Mira José Carlo, un avión se estrelló en un edificio, ¿Cómo que en un edificio?, le contesté
—Es el
World Trade Center, se acaba de meter un avión en una de las torres, me recalcó
ella... (silencio por segundos) ¿Cómo va a ser?, le decía Yo...
De pronto
hubo un gemido como de pánico —Ay Dios mío... otro más. Ya lo decía con
pánico. Prendí la radio y toda la programación atendía el ataque a las
Torres.
Cuando llegué
a su oficina, ella estaba tranquila. Todos se encontraban en el "conference
room", estáticos y viendo la repetición del momento en que se estrellaban
los "Jets".
Se sentía en
el ambiente un estado de incertidumbre y las noticias hablaban de un ataque
deliberado. De hecho, el grupo talibán dirigido por Bin Laden: Al Qaeda se atribuía
esa tragedia.
Habían más vuelos en el aire. Horas después de la reunión, me
dirigía a una Agencia de Publicidad por la cual había sido contratado.
Cruzaba la
Avenida Ponce de León a comer algo con mi amigo Raymond cuando mi esposa alterada
me llamó... —otro Jet en el Pentágono, me expresó consternada.
Poco después
el vuelo 93 de United Airlines se estrelló campo abierto en Pennsylvania como
resultado de una intensa lucha entre pasajeros y terroristas, según
informes de la caja negra del avión.
Este
incidente nos transformó a todos. Perdimos la inocencia. Aprendimos
desde aquel instante que hay seres humanos que pueden ser tus vecinos, amigos
de tus hijos o estudiantes pero que en realidad son terroristas.
Eso fue hace
17 años atrás.
Huracán María.., olvidar... ¿quién olvida?
Guaynabo, Puerto Rico. Un día después de María. Foto - José C. Burgos / Fotoperiodista |
A partir de
las 6:15 a.m., vientos sobrepasaron las 185 mph y devastaron prácticamente cada
rincón de nuestra tierra.
Dejó a un
pueblo sumido en su peor desastre desde 1928 con el Huracán San Felipe.
Semanas tuvimos
a Irma y fuimos seriamente afectados.
Una semana
después la amenaza de otro evento devastador era inminente, poco a poco se
acercaba y se fortalecía…
En mi
oficina, compañeros y colegas se acercaban a mi monitor para ver el informe del
"Weather Channel" que no decía nada distinto a la trayectoria que ya
sabíamos: atravesaría la Isla.
Las comparecencias
del Gobernador no se hicieron esperar, primero a las 5:00 a.m., luego a las
11:00 a.m. después a las 2:00 p.m., y a las 5:00 p.m. y finalmente a las 11 de
la noche cuando el avión caza huracanes entraba dentro del huracán para
evidenciar velocidad, tamaño, presión barométrica y trayectoria.
Iba directo a
nosotros.
El Huracán María entró a Puerto Rico a las 6:15 de la mañana, el 20 de septiembre de 2017, por el pueblo de Yabucoa como categoría cuatro. Vientos sostenidos de 155 mph y ráfagas de 185 mph y con una presión mínima de 917 m.
En la montaña
y áreas cerca de la costa se experimentaron ráfagas mucho más fuertes. Más de
35 pulgadas de lluvia. Pueblos y áreas alrededor de la isla resultaron
incomunicadas.
Vientos en
zonas rurales destruyeron puentes, viviendas y estructuras de cemento.
Según la
prensa e investigaciones relacionadas, se estima cerca de dos mil las
fatalidades asociadas directa o indirectamente a este fenómeno.
El efecto de
María fue catastrófico. Pueblos incomunicados, inundaciones en toda la isla; mujeres,
niños, ancianos y familias completas atrapadas en los techos de las residencias
esperando a ser rescatadas.
Meses sin
energía eléctrica.
Poco a poco
recuperamos el tiempo perdido. Cada día le damos gracias a Dios porque estamos
vivos. Otros, desgraciadamente perdieron la vida durante el paso de este evento
y tanto mis hijas, mi esposa y Yo hemos estado sumamente consternados por ello.
Al ver las
noticias acerca del Huracán Florence, le pedimos a Dios que cuide a la ciudadanía
de todo esa área que está a merced de ese fenómeno atmosférico y que sufran lo
menos posible el embate del Huracán. Que no pierdan la calma y las esperanzas: que luchen
para seguir adelante.
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