You know so much of the time we're just lost, I say please God tell us what is right, tell us what is true.
There is no justice, the rich win and the poor are powerless.
We become tired of hearing people lie and after a time we become dead, a little dead. We think of ourselves as victims and we become victims.
We've become a week, we doubt ourselves without our beliefs, we doubt our institutions and we doubt the law, but today you are the law.
You are the law. Not some book, not the lawyers, not a marble statue or the trappings of the court, see those are just symbols of our desire to be just.
They are in fact a prayer we have, a fervent and a frightened prayer.
In my religion they say act as if he had faith and faith will be given to you.
If we are to have faith in justice, we need only to believe in ourselves and act with justice.
The Verdict, 1982 Closing Argument, Paul Newman as the Attorney Frank Galvin, Charlotte Rampling, Jack Warden, James Mason, Milo O'Shea and Lindsay Crouse. Directed by Sidney Lumet
Desde que inició este proceso de confirmación en Estados Unidos sobre la vacante en el Tribunal Supremo he pensado mucho sobre estas palabras.
He profundizado sobre una terrible realidad: los ricos ganan y los pobres; desprovistos de justicia.
Pensé en las falsedades y las mentiras. En que se nos vendan argumentos e injurias como verdades y se utilicen como si fuesen municiones dentro de un gobierno que ha sentado las bases para otro tipo de facultad moral.
Pensé en cientos de cuestionamientos que muchas veces nos atormentan e inciden en nuestras actitudes y conceptos.
En la maquinaria de un estado político que mientras comparece en la televisión nacional hablando sobre lo emotivo de las declaraciones de Christine Blasey Ford, reaparece en sus “rallys” vomitando fuego ante una audiencia fanática y cuyas actitudes hacia las mujeres y la diversidad es evidente.
No importa que cuatro mujeres hayan hecho declaraciones preocupantes o alegaciones sobre incidentes que debieron investigarse desde el momento en que inundaron los medios.
No fue hasta el último momento en el Senador Jeff Flake detuvo ese misil teledirigido para confirmar al Juez Brett Kavanaugh; si no lo hubiese hecho, nunca hubiera habido una investigación sobre esas imputaciones por el FBI.
En momentos donde la Nación se acerca a una elección trascendental, el curso de la derecha extrema no ha cambiado. Su discurso está intacto. Sus proponentes: más combatientes que nunca. Aun cuando sus conceptos tiemblen nuestras realidades.
Escuchamos todo ese resurgir de una economía próspera y ascendente con unos síntomas de crecimiento sin precedentes. Un estilo de desregulación y arbitrariedad que colapsó el núcleo de la banca en 2008, incidiendo en una depresión nunca antes vista desde de los años 30.
Por ello que estas palabras tienen pertinencia. Tienen presencia hoy día, sobre todo cuando presenciamos como se le prepara el camino a personas que no importa sus precedentes o antecedentes, se van a colocar en posiciones claves del estado.
Ese intento de atacar la investigación de Robert Muller desde sus comienzos y de desacreditar todos sus componentes; propone el mismo estilo presidencial que hemos discutido en múltiples ocasiones.
La nominación es parte de todo ese conglomerado de corrupción que se esconde, se fabrica o se teje con discursos multitudinarios a una base que es enemiga de la verdad y la justicia.
Independientemente lo que suceda en Estados Unidos la semana que viene, lo que trascendió en los pasados días debe ayudarnos a despejar cualquier duda sobre el significado de esta administración y su presidencia.