Tal vez tuve la suerte de entrar en una época de oro en la publicidad. No te hacías rico pero de cierto modo lo cobrabas bien y lo disfrutabas. No había hora de salida. Tus compañeros de departamento eran tus amigos y tus amigas…
Con el tiempo todo cambió. Todo se trastocó.
El que está a tu lado hoy te destruye sin que te des cuenta. Pero eso es otro cuarto de hora.
Era una época en que la mayoría de las veces trabajabas directamente con el cliente.
Sin intermediarios. Sin Ejecutivos de Cuenta o Relacionistas Públicos que para lo que sirven es hacerte la vida de cuadritos.
Cuando trabajas de frente con el cliente tienes una magnífica oportunidad de ser certero. De dar en el blanco con el diseño y revisar aspectos medios durante la ejecución.
Cuando hay alguien de por medio así mismo es la comunicación. Intermedia. En la mayoría de los casos no es certera y para dar en el blanco a veces se sufre y a fin de cuentas el tiro sale en otra dirección.
Era una época que el trabajo del diseñador tenía un valor implícito.
Cuando llegaron las computadoras para los Departamentos de Arte por primera vez, nos daban muchos adiestramientos. En uno de ellos, la deponente hablaba del diseño de logos.
Ya comenzaba también los primeros pasos de los que se le llamaba en aquella época “Information Superhighway” que no era otra cosa que el inicio de Internet.
Y la que daba la conferencia decía que había cierta página con unos “cliparts” en donde usted como cliente buscaba el que más le gustara y bingo! vámonos — ya tienes el logo!
Así de fácil.
Ese para mí fue el comienzo de una destrucción paulatina de todo lo que aprendí e intuí como publicista.
Obviamente no debemos estar o ser obstáculo para que cambios trascendentales se den. Al contrario. Debemos ser facilitadores.
El problema es que todo estos cambios que no se detienen y no creo que se detengan, a la larga nos salpican directamente.
Antes un logo era un proyecto de investigación racional y ejecución artística y gráfica. Hoy simplemente, un emblema o un dibujito lo compras o lo copias del Internet como cualquier cosa.
En un anuncio de prensa trabajaba un equipo completo de personas. Que cobraban y aportaban a la economía. Hoy lo hace una persona.
Antes en un anuncio laboraba el redactor o “copy writter”, fotógrafos, Director de Arte, Artista Gráfico, la imprenta que hacía el original o la separación de colores. Hoy, una persona lo escribe, lo diseña, consigue las fotos y lo maneja en una aplicación de diseño y listo!; como un “TV Dinner”: ahí está el anuncio.
Lamentablemente ya no hay vuelta atrás.
Sí hay cosas que son extremadamente mejores que en aquella época, pero el precio que ha pagado la sociedad laboral, incluyéndome en este campo, ha sido en mi opinión demasiado alto.
Para concluir deseo compartir con ustedes parte de las cosas que hacía como publicista para varios clientes y Agencias de publicidad.
Trabajos realizados para Israel Rodríguez & Partners, Amatista Films, JC Penney, Dr. Nelson Miranda Sánchez |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.