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8/17/2018

Con uno y con el mundo

Foto: MrTinDC / NMNH Large animated globe showing sea currents and ocean temperatures in the Sant Ocean Hall in the National Museum of Natural History, in Washington, DC. Flickr CC

La Globalización, como se define, es una especie de conexión con el mundo que nos rodea. A pesar que no es así de simple, esta conexión tiene un resultado directo en la expansión económica, cultural, social y política de nuestro pueblo.

Ya no podemos vivir aislados del mundo como lo hacen tribus en esos lugares recónditos, donde la comunicación exterior se pierde en los matorrales o las selvas latino americanas. Por eso que cuando hablamos de globalización, no es un método ni una técnica que se aprende y se lleva a cabo. Es en esencia una inserción, una integración de nuestra patria ante un mercado global que fluye en las redes sociales entre medio ambiente dinámico y competitivo.

Desde hace décadas, Puerto Rico se ha insertado mucho más allá del ámbito económico, sino en las artes, ciencias, deportes junto a la capacidad social y caritativa que siempre nos ha caracterizado en otros lugares menos afortunados que el nuestro.

Por lo que al pensar en la globalización, tiendo a dirigir la mirada a los países del primer mundo y aprender de ellos, con la esperanza que nuestro pueblo puertorriqueño pueda, de algún modo, superar la superficie material y criminal que nos rodea, para llegar a puntos más profundos, donde la educación, las actitudes y el servicio nos abra paso ante un mundo que está ávido de conocer a una isla tan pequeña pero que ha sido, es y sé que es grande en medio de un pensamiento global que nos mueve y nos atrae.

Desde los 80’s el termino de globalización tiende a tener un auge que rebasa nuestras fronteras. Desde entonces el mercado global ha sufrido una enorme transformación tecnológica que sitúa a gran parte del mundo en una sola dirección.

Las fronteras transaccionales en cuando al flujo de capital dejó de ser un mercado rudimentario para convertirse en una abstracción de capital que viaja a través de las redes en microsegundos. De hecho las acciones que se manejan dentro del mercado de valores ya no son ese centro donde los asesores financieros, “brokers” financieros se mataban dentro de un “floor”, literalmente comprando o vendiendo. Hoy día se hace a través de sistemas digitales, por compañías que dirigen sus sitios en Internet como fuentes de cambio, compra y venta de activos. 

Un ejemplo que lo vemos en anuncios es Charles Schwab, una casa de inversión que ha transformado el mercado y utiliza todas las plataformas de comunicación digital para clientes que invierten cantidades sustanciales de dinero. 

En dichas plataformas, el inversionista puede ver a través de su teléfono celular o “Tablet”, el comportamiento de su dinero dentro de un marco financiero que lo asesora dentro de ese mismo ambiente interactivo.

Y ese ángulo transformador nos coloca ante el mundo como parte de una competencia global en tanto y en cuanto el valor de los activos acelere transacciones de cambio para la sustentabilidad nacional y económica.

Dentro de esa teoría, la globalización en términos financieros juega un papel esencial en el mundo. Los mercados dejaron de ser nacionales para convertirse en un ente global de proporciones nunca antes vistas. Lo que afecta a Europa, Japón, Asia y Estados Unidos nos afecta directamente a nosotros. Y no es que antes no nos afectara, ahora tiene repercusiones directas puesto que la globalización nos integra al mundo en prácticamente todas las vertientes. 

Y esa integración aun cuando nos movemos dentro de nuestra condición estatutaria y colonial, nos impide hoy entrar al financiamiento del estado al estar regulados por una Junta de Control Fiscal cuyos miembros, antes de ser parte de este consorcio extranjero realizaron transacciones de bonos del Estado Libre Asociado cuando los mismos eran muy codiciados por dos aspectos fundamentales: exentos de contribuciones y las garantías sobre el pago a nivel constitucional.

Aun con la crisis que vivimos de hoy, el mercado extranjero, en donde se barajean estos bonos tienen un papel fundamental en las obligaciones estatales adeudadas a un mercado donde empresas acreedoras exigen el pago de la deuda continuamente.

Una deuda que constituye para Puerto Rico un lastre financiero que habrá de salpicar cada rincón de nuestra patria y que arrastraremos por más de una década dada las circunstancias de un monto de dinero que para muchos expertos y políticos resulta definitivamente impagable: más de 72 mil millones de dólares.

Creo además que el aspecto global sufrió un deterioro con el ataque a las Torres Gemelas en el 9/11. Ese evento tuvo unas consecuencias en todos los mercados. Unido al desenfreno norteamericano por establecerse y supuestamente ajusticiar a los responsables, sumió a los países aliados en una guerra contra el terror que al final Barack Obama tuvo que retirar casi todas las tropas que su antecesor había dispuesto en el Medio Oriente.

Además del rudo golpe con el colapso de la banca hipotecaria que se construyó dentro de una burbuja sin apenas las regulaciones crediticias más básicas que deben ser baluartes de entrada como principios de préstamos o servicios financieros. El financiamiento desmedido a una clientela sin recursos, apoyados por un frágil balance de activos y liquidés personal, provocó una quiebra global y nacional donde pocos mercados en el mundo se han recuperado.

Estos precedentes han traído unas tendencias de pensamiento filosófico y político que es contraproducente. Inmerso dentro de una corriente intelectual cuyos salvaguardas están sumergidos en alianzas privatizadoras, en la competencia sin advertir; y ahora después de María—más todavía—una fuga puertorriqueña masiva al extranjero sobre la cual no nos hemos recuperado. 

Mientras el imperialismo cultural continua internalizándose en nuestra nación,  seguimos comparándonos con otros lugares menos desarrollados, cuyas culturas de desarrollo son ajenas a nuestros valores sociales y culturales.

En la historia, la globalización ha estado presente desde la antigua Grecia, desde que se establecieron rutas de mercado en la antigüedad. La apariencia mercantil que suponía unos viajes arriesgados con la búsqueda insaciable de minerales como el oro y otros como parte de la riqueza territorial de aquella época. 

Desde entonces hasta ahora, la globalización ha tenido una proliferación dramática, tanto en la economía, viajes,  comunicaciones,  arte, cultura y los deportes.

En la economía, el avance tecnológico nos ha colocado en rutas de transacciones que se realizan simultáneamente por las redes sociales donde se manejan grandes cantidades de dinero o intercambio de valores.

En los viajes, ya que el Internet ha modificado las vías o las formas en que se realizan distintos tipos de transacciones como se hacían antes. Hoy día, distintos sitios en el Internet te proveen para estadías, arreglos económicos u otros aspectos donde el pago discurre a través del mismo Internet.

En las comunicaciones, todo un mundo de globalización adquiere unas dimensiones tan poderosas que son realmente increíbles. En el año 2003, en el reporte anual de la agencia de publicidad Ogilvy, la Sra. Shelly lazarus, Principal Oficial Ejecutivo de Ogilvy escribió en su prólogo y cito: “NOTHING IS AS CONSTANT as CHANGE. How difficult and demanding change would be for business broadly; and for the advertising community specifically”.

En la publicidad, más que en cualquier otra profesión nuestro sentido de comunicación, ya sea visual, gráfico o interactivo, nos coloca aun cuando no queramos en un escenario donde estamos expuestos 24/7.  

En las comunicaciones, la manera visual en que se produce hoy en día no tan solo es parte de nuestra globalización, sino que es un camino a una transformación humana que cambia nuestras vidas en segundos. Desde el momento que vimos por primera vez el aterrizaje en la luna, el asesinato de John F. Kennedy y la victoria de Ali versus Liston, hemos estado presenciando el comienzo o el preludio de una comunicación visual que corre en segundos de un lugar a otro.

En el arte, ya sea en la literatura, la música, en géneros que Puerto Rico se ha destacado como la Danza, la Salsa y música popular se coloca ante el mundo a través de una tecnología avanzada, que es obviamente parte de nuestra globalización. La proyección visual de las artes, que podemos apreciar a través de las redes, la música con “Itunes”, y la literatura con “Amazon”, son solo ejemplos de un devenir globalizante y positivo para nuestra identidad y nuestra cultura.

Y en el deporte donde Puerto Rico ha recorrido el mundo, con unos astros que han cambiado el espectro de ciertas disciplinas. Así las cosas, cuando Puerto Rico venció en baloncesto a Estados Unidos en Atenas en el 2004, o cuando Tito Trinidad se puso en su atuendo “Paz para Vieques”, así como otras estrellas como Roberto Clemente, cuyo acto de caridad es uno de los más conmovedores del mundo, para mencionar algunos, han colocado nuestra patria dentro de un espectro mundial que nos separa del angosto trecho de los lugares en el mundo que viven todavía en la oscuridad.

La Globalización es una tendencia que ha sido siempre parte de nuestra historia. Ha sido un ente que se concibió a sí mismo para poder describir un fenómeno que es real y que muchos tienen opiniones diversas. 

No es como el termino de mundialización, pues se acerca más a la integración. Tienen connotaciones sociales, humanas, económicas, deportivas y artísticas que suceden y mueven a una humanidad que podemos observar desde nuestros equipos electrónicos. Hay muertes que han cambiado el curso de un gobierno opresor a través de “Facebook”. 

Los grandes eventos no se quedan atrás. Aun cuando fuesen trágicos, la muerte de la Princesa Diana en 1997, en medio de ese accidente tipo persecución, se supo al instante y conmocionó al mundo entero. 

En ese sentido, la globalización, a pesar que su definición muchas veces está en controversia, es una parte inherente de nuestras vidas en dotas sus dimensiones. No estamos solos. Ni estamos aislados. Lo que nos rodea es parte de nosotros. Y nosotros parte de eso mismo. ¿Cómo surge esa conexión? De cierto modo, ha estado desde tiempos ancestrales. Lo que sucede es que al presente hay un instante que siendo parte de una comunicación avanzada nos coloca en segundos como si fuésemos actores, por así llamarlo en una escena real de nuestras vidas.

Aunque no hemos entrado en un aspecto trascendental que ha cambiado el hemisferio global negativamente como lo es la Presidencia de Donald Trump, en  su acoso racial, su estilo de poder financiero; no perdemos la Fe y la esperanza de atajar y sanar las heridas que han colapsado nuestro desarrollo en los últimos años.

Por tal motivo, al llamar este ensayo “ Con uno y con el mundo” solo pretendo llevar conmigo la noción, de que aun en los momentos de precariedad financiera quiero percibir el mundo como algo que instintivamente se integra a mi vida, hoy más que nunca.

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