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| Delegaciones se iban uniendo y celebrando junto a los demás con el repique del barril |
Ayer estuve en la celebración del Octavo Encuentro de Tambores en el Malecón de Cataño con sobre 200 delegaciones que estremecieron la bahía frente a cientos de personas. El sonido del tambor o barril como se le conoce me sacudió y estremeció todo un ambiente con el fluido brutal del baile y la bomba que cuando suena es imposible que no te muevas y disfrutes de la alegría y el movimiento del baile.
Personas mayores, adultos, varones y chicas colocaban sus barriles y dominaban el surco de los cueros como nadie, sus manos, unos con esas descargas celestiales y otras con los palillos azotaban el instrumento dejando una estela de talento que muy pocas veces se puede ver y apreciar en vivo.
Y es que este valor cultural del tambor dejó en esos momentos cruciales de la celebración de convertirse en un mero instrumento para retumbar como una voz latina que es parte de una inmensidad de seres humanos, mexicanos, venezolanos, argentinos, colombianos, etc., que luchan incesantemente pos sus valores, sus derechos y precisamente por una cultura viva que dejó de ser local hace rato.
Por lo cual que para mí, no es que sean importantes estas cosas, son imprescindiblemente necesarias para entender nuestras raíces, lo que somos, nuestras virtudes y nuestras diferencias, nuestra alegría de una gente puertorriqueña que en esencia es buena, humilde, es trabajadora, talentosa y culturalmente valiosa.
Distintas delegaciones se unieron a una Fiesta de Pueblo, como lo fueron Carolina, Mayagüez, Santurce y Loíza. Además personas fuera de Puerto Rico fueron invitadas y asistieron al evento repicando sin cesar y colocándose unos al lado de otros como cuando los músicos de una orquesta sinfónica se sientan en sus respectivos lugares.
Para mí, especialmente, disfruto enormemente de nuestros valores de pueblo y sé que nosotros, puertorriqueños debemos entender que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.
El valor cultural de la Bomba y el repique del tambor es parte de una sangre afroantillana y caribeña que tiembla y baila al son de un valor cultural que jamás debe perderse y mucho menos olvidarse ya que en esencia es parte de ¡nuestra sangre boricua!
La actividad fue dedicada a un baluarte de esta cultura, Don Miguel Flores de 93 años.
Aquí les comparto una pequeña muestra fotográfica que tomé de este evento. Espero las disfruten...
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| Vestidos de blanco, azotaban los cueros y la alegría se salía y se sentía |
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| El baile de boma unido al sonido del tambor estremecía el escenaio |
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| Generaciones completas han aprendido de estos valores culturales |
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| La descarga no podía faltar |
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