Área de Trauma, Centro Médico |
Muchas veces nos olvidamos de un sector de la población que para los efectos prácticos, no existe.
Todo en la vida tiene sus momentos. Las circunstancias que operan de forma anónima, te colocan a veces frente por frente a ese sector aunque trates infructuosamente de evitarlo.
De pronto yo estaba en primera fila. Como espectador, en una posición única; perfecta para ver una película de cine. Pero lo cierto es que no era una película. Era la realidad de la vida misma.
AÑO: 2012
SALA DE EMERGENCIA
CENTRO MÉDICO
3:00 A.M.
Un vehículo se estaciona justo frente a las puertas de cristal de la Sala de Trauma del Centro Médico en Puerto Rico. Del interior del auto, sale un individuo cuyo atuendo era el de un "gatillero". Celular en mano, abre la puerta del pasajero.
Medio encorvado, mientras se escuchaban a lo lejos ciertos alaridos, el individuo ayuda a una persona salir del auto. Cuando lo observo, su brazo derecho estaba en posición de intentar enderezar su espalda baja, sin percatarse que su sangre había pintado toda su camisa hasta llegar a la mitad de la rodilla de su pierna derecha.
Verlo caminar fue impresionante.
Máxime, luego de las 3:00 a.m. de la madrugada, cuando me daba un cigarrillo durante lo que se podía intuir como un paseo patético por el área.
El que hubiera caminado fue un verdadero milagro sobre todo si pensamos que la víctima le habían infligido siete puñaladas.
El policía de turno se me acercó. Fumaba igual que Yo. Entonces me dijo:
"esa es la adrenalina pai'.., y eso tú no has visto na... Aquí pasó uno hace un ratito, con par de tiros encima, caminando con su hermano"Ese escenario vivo, que no era un teatro, se daba frente a personas de edad avanzada, mujeres y niños que observaban curiosamente la obra como si fuese uno de esos juegos violentos en cualquier equipo electrónico.
Las guaguas del Departamento de Corrección llegaban contínuamente con gente esposada y herida a consecuencia de impactos de bala, ensangrentados y cuyos rostros advertían fracturas o agresiones físicas mientras muchos de ellos clamaban por ayuda de inmediato. Hubo uno que llegó a causa de un accidente en motora que casi pierde un ojo.
Esa es el Área de Trauma del Centro Médico de Río Piedras en las afueras. Adentro, una carencia de camillas y hacinamiento en los pasillos. La atención, bueno; si no es una situación crítica, en algún momento dentro de las primeras 24 horas.
Cansado de esperar, me senté un rato cerca de una cortinilla que dividía algunas áreas de pacientes.
Allí se me acercó una chica a quien le conseguí de inmediato una silla pequeña. La única disponible por suerte.
Acompañaba a su marido quien había tenido un accidente en motocicleta y llegó a Sala de Emergencia del Área de Trauma con un dedo colgando de un pellejo.
Acto seguido, la chica me relató que esa misma noche, mucho antes de llegar con su marido a este Hospital, sus médicos le indicaron que el hijo que esperaba, al parecer, tenía espina bífida. Ella tenía aproximadamente sobre 30 semanas de embarazo.
Ese diagnóstico, así de cruel pero verdadero era tan solo el inicio de una historia.
Para hacer el cuento corto, la chica tenía tres hijos con su marido actual. El del dedo. Por la parte de él, era un hombre divorciado con tres hijos más. A esto, debo añadirle que este caballero le fue infiel a su esposa actual, dejando embarazada a otra mujer. La criatura, producto de ese parto vivía con ellos porque la susodicha nunca lo quiso.
Mientras hablábamos, llegó otra persona.
Tatuado los brazos en su totalidad, de hecho muy impresionantes ambos.
Nos habló tranquilamente mejor que un narrador de una película cinematográfica que la noche anterior, cuando llegó a su residencia, la cual estaba ubicada muy cerca de los acontecimientos de la masacre de pájaros, su esposa le trancó el portón de entrada porque estaba medio ebrio.
De manera que se quedó frente a dicho portón, fumando mientras le pasaba la nota. Su hijo, que estaba llegando, al percatarse de algo raro, le texteó rápido a su papá indicándole que había una "nebula" rondando.
La "nebula" significa un vehículo que ronda un área peligrosa sin identificarse.
Su hijo, medio bebido también, había llegado a donde su papá y ambos se habían cuadra'os como él mismo decía a ver qué pasaba. El auto que rondaba se detuvo a poco pies de distancia de la residencia y del interior salieron dos tipos corriendo hacia ellos para asaltarlos.
El primero cogió al hijo del señor, le sacó un punzón y se lo espetó a pocos centímetros del pulmón.
El joven, que se podía ver que era un hombre atlético, le arrancó bruscamente el arma blanca y le marcó una herida profunda al individuo, quien cayó al suelo repentinamente. Su papá tenía al otro agarrado por el cuello, con una llave como de lucha libre. Con el otro brazo, antes de que ellos pudiesen advertirlo, había conseguido una llave de perro que estaba tirada en la grama y lo amenazaba gritándole que si se movía le iba a explotar el cráneo.
De pronto sonaron unas bocinas desde lejos y el papá se descuidó a lo que el hombre agarró al otro y salieron los dos maltrechos y arrancaron del lugar como "Starsky and Hutch".
Me hubiera quedado a escuchar mucho más pero en ese momento entró el médico de sala y nos interrumpió.
El proceso de placas y análisis de mi mamá iba a comenzar. Y con ello, sin Yo saberlo, comenzaría un calvario que transcurre hasta el día de hoy.
Me despedí de ellos con un abrazo.
Sabía con toda seguridad que jamás volvería a verlos.
Ellos cambiaron la madrugada y la transformaron en una historia que desde entonces hasta ahora jamás olvidaré.