El efecto de una locura presidencial

¿Cuál debe ser la estrategia?

Como hispanos y latinoamericanos, bajar la guardia o dejar de estar atentos a las informaciones o pasar por alto la incidencia de esta presidencia nunca debe ser una opción, sobre todo cuando las políticas y el mensaje del principal Jefe de Estado ha ocasionado tantos estragos en la sana convivencia estadounidense.

Si pensamos en los aspectos que circulan el deseo demócrata de una posible destitución, primero tendría que cambiar la composición del Congreso en cuyo caso los vínculos escandalosos con Rusia jugarán un papel crucial en la radicación de cargos ante una presidencia que se suponía creara unos salvaguardas de seguridad sobre la intromisión de un ente extranjero en la contienda electoral de 2016.

Desde que asumió el poder en la Casa Blanca y basado en un articulo de Sean Wilentz del New York Daily News, el presidente norteamericano ha cometido violaciones graves que no han tenido precedente alguno y mucho menos honrar el juramento de "preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos de América.

Bajo esos preceptos debemos entender como lo expresa el autor que primero; el intento de un poder extranjero en atacar la nación norteamericana y encarecer sus valores de una sociedad democrática y segundo; que la persona al mando, que resulta ser el Comandante en Jefe de dicha nación ha fallado en el cumplimiento de su deber de proteger y defender la Constitución al fracasar en dar una respuesta proporcional que tenga un efecto significativo ante tales agresiones. Sin embargo ha colocado su esfuerzo y sus energías en destruir las reputaciones de aquellos que no tienen miedo y precisamente han dado el frente.

Sus contínuas expresiones en las redes mientras se discute y se lleva a cabo una política pública que ha desafíado áreas que nunca se debieron haber tocado como los "Dreamers". Hoy domingo precisamente el Presidente vuelve con sus ya controvertibles "tweets" aludiendo que no va a haber ningún tipo de trato con DACA como consecuencia de lo del borde entre Méjico y Estados Unidos.

De vuelta al ataque y entre medio de una investigación sobre la cual sus principales asesores de campaña habiéndose declarado culpables el Presidente retoma un tema tan controvertible y revuelca el avispero tan solo para dejar ese rastro de personalidad que una inmensa mayoría de ciudadanos rechaza.

En días recientes, aun cuando llegó a nuestros televisores la entrevista realizada por Anderson Cooper a "Stormy Daniels" en "60 Minutes", recibimos la impresión que este asunto es el acoso mediático que ha sido incesante a partir del triunfo de Trump en la presidencia. Es un acoso mediático cuya única consecuencia ha sido enarbolar la sangre y mantener a sus seguidores en pie de lucha. No importa el raciocinio ni la sensatez, no median tampoco los hechos ni la falta de facultad en Ley para que un Presidente se comporte en las redes como lo hace.

Su actitud como jefe de estado ante lo ocurrido en Parkland, y su defensa indirecta (pero todos sabemos lo directa que es) a la "National Rifle Association". Y esto ante la aparente ausencia de las voces de una oposición partidaria que se hundió con la derrota de Hillary en las pasadas elecciones. Y ante esa falta de respuesta demócrata que realmente retumbe públicamente, el pueblo norteamericano compuesto por seres humanos que han sido objeto de las peores agendas políticas han tenido que manifestarse en las calles y hacer valer su voz sin importar las consecuencias.

Poco a poco esa voz se va hacer sentir y este modo de dirigir una Nación va a cambiar. Estados Unidos necesita regresar a la paz ciudadana, A sus valores. A modificar preceptos violentos que alimentan sucesos que han ocasionado tantas tragedias familiares. Debe regresar a un modo presidencial de respeto, con fundamentos, con un equipo de trabajo digno sin visos de racismo o distinción sexual de ninguna índole.

Es la única manera que esta nación va poder hacerle frente a circunstancias tan críticas como el cambio climático, oriente medio, el terror como una amenaza latente y el regreso a una presidencia que no descanse en la deslealtad, la compra de influencias y el acoso como modos normales de ejecución que en esencia atentan contra los valores esenciales de la vida en común.