Como muchos de ustedes, no lo vimos venir. No lo anticipamos y nos cogió por sorpresa.
Escuchábamos a lo lejos algo relacionado a una enfermedad cuando pasábamos de largo los canales de los principales medios noticiosos, pero realmente no le prestamos atención.
Sabíamos que algo ocurría en China. Pero jamás pensábamos que se convirtiera en una plaga mundial.
En ese sentido, aprendimos a estar más atentos.
De pronto comenzó a extenderse. Ya no era un cuento. Fue entonces que nos invadió una enorme preocupación. El temor nos tomó por asalto cuando acudimos a los supermercados, puestos de gasolina o panaderías. Pero las góndolas estaban casi vacías sin un huracán o terremoto de por medio.
Ya no era una suposición. No era una serie apocalíptica de Netflix. Era real.
Lentamente salió de Asia, llegó a Europa, invadió Sur América y Norteamérica y ahora había llegado a nuestro territorio.
Mapa del coronavirus: propagación global, 28 de marzo de 2020
Visualización se basa en datos de la Universidad Johns Hopkins.
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Aquí en Puerto Rico, hasta el momento, han habido tres muertes relacionadas al Coronavirus (COVID-19), una de ellas, la primera mujer puertorriqueña que con 48 años falleció ayer en la región de Aguadilla.
La muerte de esta puertorriqueña se suma a un turista de Nueva York, de 73 años, quien estuvo de vacaciones en la Isla con sus esposa y una turista italiana de 68 años que llegó a bordo del crucero Costa Luminosa y quien falleció el sábado, 21 de marzo.
Al día de hoy se incluyeron 15 casos nuevos por el COVID-19 lo que elevó la cifra a 79 personas que han dieron positivo. Hoy son más.
Es decir, que cuando nos imaginábamos que esto se quedaba en Asia, estábamos totalmente enajenados de la información real y sus consecuencias.
Es realmente inaudito cuando pensábamos equivocadamente que nuestra vida nunca daría un giro tan drástico.
Hoy miramos atrás y ese mundo que era nuestro se ha desvanecido y está demasiado lejos para alcanzarlo nuevamente.
No sabemos cuándo podremos regresar a nuestra vida normal.
Un mundo ordenado y definido con una jornada laboral normal en la semana, en la oficina o en la casa; en fin.., no lo sabemos.
Recuerdo en mi trabajo, cuando mi secretaria me asistía. cuando conversábamos de todos estos adelantos tecnológicos.
Ambos rechazábamos ese tipo de trabajo remoto, regido por un teclado virtual y una pantalla. No imaginábamos que ese universo interactivo y digital dominaría prácticamente todos los rincones de nuestras vidas.
Al presente, lo que son las llamadas de voz han superado estadísticas impensables. El Día de las Madres se quedó atrás que era el día que tenía el récord de llamadas hasta ahora.
Las aplicaciones de videoconferencias y servicios de aprendizaje en línea se elevaron así como el manejo de data con millones de horas de transmisión de video.
Eso tan solo es el comienzo de una dramática transformación. El preludio de los cambios que nos trajo la pandemia del COVID-19.
Ahora, más allá del aspecto de separación social, el escenario laboral es otro. Es distinto. Aunque no estamos ajenos del todo, el hecho que el Internet se haya transformado en un artículo de primera necesidad representa otra ruta de vida.
Hasta hace poco, intuíamos un futuro distinto. No estábamos preparados, me decía constantemente. El gobierno no lo estuvo para los huracanes Irma y María; imagínense esto. Aunque a veces pienso que ningún gobierno está preparado para algo así.
Cuando mi familia más cercana estaba viva, juntos veíamos la vida desde otra perspectiva. Un panorama mucho más rudimentario. Las cosas se hacían manualmente y cuando se escribía ahí estaba una maquinilla y un papel.
Había un lápiz para un boceto y una goma de borrar.
Llamábamos a una oficina de servicio y el teléfono lo contestaba una persona. Alguien de carne y hueso que escuchaba atentamente tus inquietudes y muchas veces te ayudaba.
Guardábamos los recibos ya que eran cosas tangibles y físicas, con firmas realizadas con bolígrafo y tinta.
Y muchos de ustedes dirán, pero hoy es mucho más sencillo. Ahora con un sello digital o la huella como identidad es suficiente.
El problema es que en circunstancias como esta, más allá de una pantalla, el ser humano pasa a un segundo plano.
Hoy accedemos a una grabación remota para que los ciudadanos accedan cada servicio. No hay nadie que te escuche y mucho menos que te atienda.
La pandemia, de cierto modo nos ha obligado remotamente a manejar nuestras vidas y nuestros recursos en todos o casi todos sus niveles.
Al repasar todo esto, creo que descansábamos dentro de una comodidad ficticia. Donde este tipo de cosas le pertenecían al ambiente de la ficción o la cinematografía.
Trabajábamos nuestra sanidad mental con esa seguridad férrea de que algo así era inverosímil. No era posible.
Ahora sabemos que sí lo es. Y es en ese sentido que les digo que nuestra salud mental se ha transformado.
Trabajábamos de forma distinta pero muchos de nosotros seguimos trabajando. Aquellos que no han podido permanecer en sus puestos por distintas razones no pueden sujetarse con ambigüedades o estar sujetos a tantas notas de prensa negativas.
Está bien estar informado. Pero abrumarse con noticias y opiniones de pasillo puede ser perjudicial.
Sentimos temor. Es natural. Somos de carne y hueso. Nos deprimimos a veces y estar metidos en un sitio sin salir por tanto tiempo es crítico para una gran mayoría.
Pero estamos con vida y eso es algo maravilloso.
Estamos aislados, pero no estamos solos. Tampoco somos los únicos.
Créanme, en algún punto esto va terminar. Cuando lo haga vamos a ser mejores seres humanos y mucho más fuertes.
Vamos a tener una visión de mundo mucho más amplia y más positiva.
A ustedes les deseo lo mejor. Que se mantengan y cuiden su salud. Nada de riesgos innecesarios. Mantengan la calma y la mente ocupada. No permitan que el ocio o la depresión inunde sus almas.
No pierdan la Fe. Esto va a pasar!
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