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3/23/2020

El mejor antídoto para una epidemia no es la segregación. Es la cooperación.


Recientemente hemos sido testigos de las expresiones en conferencias de prensa diarias a nivel federal en donde el estigma del “virus chino” hace su aparición por boca del presidente.

Distinto al sentido ético, cuando una nación se ve inmersa dentro de una propagación de un brote que desencadena una epidemia, podríamos suponer que habría una disposición honesta entre Países sin temor a una catástrofe económica.

Pero es lo opuesto. La mano amiga desaparece y se transforma en un fiscal global que estigmatiza a su víctima.

Desde el siglo pasado la especie humana ha sido vigilante y proactiva en fortalecer las bases para impedir propagaciones de enfermedades y contagios.

Sistemas de salud modernos que nos sirven como un detente o una línea divisoria en donde médicos, enfermeras y expertos en la materia vigilan los alrededores y nos repelen de cualquier intruso.

Ciertamente y por desgracia tenemos cientos de millones de personas en el mundo que carecen de los servicios más básicos de salubridad.

Tenemos el aquel de pensar en cuanto a la salud se refiere en términos nacionales o locales. Pero cuando otros ciudadanos, incluyéndonos tenemos acceso a un sistema de salud adecuado lo cierto es que no tan solo nos protegemos en la esfera local sino protegemos a la humanidad en el mundo entero.

De cierto modo, la falta de visión que vemos hoy en el manejo de tantos aspectos claves para enfrentarnos al futuro incluyendo el hecho de culpar y estigmatizar a otros Países o Naciones alrededor del mundo no tan solo es injusto sino que la historia cuando pase juicio sobre estas acciones habrá de tomar nota para dejar en evidencia una filosofía de estado que evidentemente es perjudicial para el desarrollo humano.

De otra parte y según el Corresponsal de la Casa Blanca, Anders Hagstrom del Daily Caller, en su artículo: "Inteligence Reports Warned of Coronavirus Pandemic Long Before Trump Adm Took it Seriously", reveló que el Departamento de Inteligencia de Estados Unidos advirtió sobre la pandemia al presidente de Estados Unidos en enero y en febrero mucho antes que el coronavirus arropara la vida de los seres humanos a nivel global.

Esos informes se dieron desde enero y febrero, y el propio presidente norteamericano, Donald J. Trump, declaró que — el virus estaba contenido y que Estados Unidos enfrentaba cierto riesgo de propagación.

"Todo saldrá bien", tuiteó el 24 de enero.

Un mes después,  cuando aparecieron 15 casos en los Estados Unidos, Trump continuó minimizando la amenaza.

"Cuando tienes 15 personas, y las 15, en un par de días, se reducirán a casi cero, ese es un trabajo bastante bueno que hemos hecho", dijo el 27 de febrero.

A este punto deseo compartir mi último segmento con la parte final de un extraordinario artículo titulado —En la batalla contra el coronavirus, la humanidad carece de liderazgo — “In the Battle Against Coronavirus, Humanity Lacks Leadership”, en Time.com, escrito por Yuval Noah Harari, historiador, filósofo y profesor del Departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Dice Harari:

Hoy día la humanidad encara una profunda crisis dada la falta de confianza entre seres humanos. Para derrotar una epidemia la gente tiene que creer en sus expertos científicos.
Los ciudadanos tienen que tener confianza en las autoridades y sobre las naciones, confiar entre una y otra.
En los pasados años, políticos irresponsables, deliberadamente han socavado la confianza en la ciencia, sus autoridades y la cooperación internacional.
Como resultado, ahora nos enfrentamos a esta crisis desprovista de líderes mundiales  que puedan inspirar, organizar y financiar una respuesta global coordinada.
Durante la epidemia de Ébola en 2014, Estados Unidos sirvió como ese tipo de líder. La nación norteamericana cumplió un papel principal también durante la crisis financiera de 2008, cuando se integró a otras naciones para evitar un colapso económico a nivel mundial.
Pero, en estos últimos años, Estados Unidos ha renunciado a ese papel como líder mundial.
La actual administración de Estados Unidos ha cortado el apoyo a organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y le dejado meridianamente claro, saber al mundo que USA no tiene amigos reales, solo tiene intereses.
Cuando estalló la crisis de coronavirus, Estados Unidos se ha abstenido en tener una postura de liderazgo.
Incluso, si tratara de asumir ese papel hoy en día, la confianza en la administración actual se ha erosionado a tal grado que pocos Países estarían dispuestos a seguirla. ¿Seguirían a un líder cuyo lema es “Yo Primero” (America First)?
El vacío dejado por Estados Unidos no ha sido llenado por nadie más. La xenofobia, el aislacionismo, y la desconfianza caracterizan a esta administración ahora en la mayoría del Sistema Internacional.
Sin la confianza y la solidaridad mundial no podemos detener la epidemia de coronavirus y es posible que veamos más episodios como estos en el futuro.
Pero cada crisis es una oportunidad. Esperemos que la epidemia actual ayude a la humanidad a darse cuenta del grave peligro que representa la desunión global.
Para poder un ejemplo, la epidemia podría ser una oportunidad de oro para que la Unión Europea recuperara el apoyo popular que ha perdido en los últimos años.
Si los miembros más afortunados de la Unión Europea enviaran generosa y rápidamente dinero, equipo y personal médico para ayudar a sus colegas más afectados, eso demostraría el valor del ideal europeo mejor que cualquier discurso.
Si por el contrario, cada País tiene que valerse por sí mismo, entonces la epidemia podría provocar la muerte de la Unión.
En este momento de crisis, la lucha más crítica está dentro de la humanidad misma. Si esta epidemia resulta en mayor desunión y desconfianza entre seres humanos, será un triunfo mayor para este virus.
Por el contrario, si la epidemia resulta en una cooperación global más estrecha, será una victoria no tan solo contra el coronavirus sino contra todas las amenazas futuras. 

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