Ayer estuve caminando por el parque de mi urbanización, un lugar que está justo en la otra cuadra de mi hogar.
Hay veces que me hace falta, no tan solo caminar, sino meditar, respirar profundo, mirar a lo lejos y reflexionar sobre tantas cosas.
Mientras caminaba pensaba en nuestras circunstancias como pueblo. En toda nuestra clase política. Aquella que nos representa aunque sea entre comillas. Es la misma clase política que nos ha traído hasta aquí.
Durante décadas han malversado los fondos federales y públicos. Se han aprovechado de las bondades de un pueblo humilde para sabotearle sus pensiones, sus derechos laborales y los medios de subsistencia para el futuro. ¿Alguna consecuencia? — Sí, la imposición de una Junta de Supervisión Fiscal.
Es inaudito. Como un cuento de realismo mágico.
Una Junta que ha penetrado nuestro escenario social y político porque entiende que no somos capaces de manejar nuestras finanzas. Su propósito verdadero no es mejorar nuestra condición fiscal. Su objetivo es cobrar lo que estos políticos le han robado al gobierno federal.
Pero eso no es todo.
Mientras tenemos un presidente norteamericano que en repetidas ocasiones ha insultado precisamente a estos políticos de barricada; ayer aprobaron un proyecto para llevar a cabo una consulta, el día de las elecciones con el fin de votar si queremos anexarnos a Estados Unidos definitivamente, sí o no.
Es decir, que hay un sector que quieren entrelazarnos permanentemente con los mismos que nos han insultado y hoy manejan nuestro bolsillo.
De cierto modo, regresa a mi memoria esa actitud servil en donde el esclavo ama a su amo aunque siga siendo esclavo.
De cierto modo, regresa a mi memoria esa actitud servil en donde el esclavo ama a su amo aunque siga siendo esclavo.
Estos políticos los vemos a diario, ya sea en las noticias, entrevistas o en las redes fungiendo en acontecimientos críticos como fueron los temblores de enero, robando cámara y sacando pecho en las redes con oportunidades fotográficas mientras llevaban bienes a zonas afectadas.
Los vimos cuando el huracán María con caras de asombro, supuestamente consternados con el azote que recibió la Isla.
Pero ya nadie se acuerda de todo el dinero que se recaudó en “Unidos por Puerto Rico” — ¿dónde están esos fondos?
El partido en el poder perdió su gobierno en el momento que su líder máximo tuvo que renunciar. Pero para ellos, ese capítulo se cerró y aquí no ha pasado nada.
En parte, eso sucede cuando la oposición es inexistente. Su voz no se escucha a menos que no sea desde una tribuna muy bien planificada con las preguntas y respuestas escritas y que por Dios nada de esto les salpique políticamente.
Así son ellos. Luego pretenden que le demos el voto. A ocho meses de las elecciones, piensan y están seguros que su comparsa pública les rendirá fruto el día de las elecciones. Ya veremos, como muy bien dice el comentarista de radio.
Por otro lado, pienso en todo el drama político extranjero, faltando escasamente tan poco para las elecciones. Les confieso que me dio mucha pena el retiro de Pete Buttigieg de la contienda para la nominación dentro del Partido Demócrata.
Creo que era el mejor candidato.
Decididamente Estados Unidos no está listo para que un hombre homosexual se convirtiera en Presidente de la Nación. Para que eso ocurra, tiene que haber una transformación radical dentro de un territorio cuyos preceptos raciales se han desbordado en el transcurso de esta presidencia.
Sobre Pete Buttigieg deseo dejar las palabras que expresó Steve Bannon en respuesta a la consideración si su condición sexual era un agravante para su candidatura.
—Soy un ex oficial naval. Se ofreció como voluntario para entrar en combate en Afganistán. Sabes, se trata de sus políticas, no tiene nada que ver con su preferencia sexual. Suena como un tipo muy sincero—.
Con la salida además del millonario Tom Steyer, la contienda por la nominación demócrata se circunscribe a cuatro candidatos de los cuales, pienso que solo dos tendrán la oportunidad de competir entre ellos para lograr la meta.
Esta semana creo que habremos de presenciar el colapso de las candidaturas de las figuras femeninas, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar respectivamente.
En mi carácter personal espero que Bernie Sanders triunfe. Eso fue lo que debió haber sucedido en las elecciones de 2016.
Era justo.
Así las cosas, pienso en todo este entuerto político y créanme, me para los pelos de punta imaginar tan solo que Trump vuelva a ganar la presidencia.
No menciono la figura de Mike Bloomberg porque no me agrada su persona. No creo que otro millonario sea lo que necesita Estados Unidos para recomponerse.
Miles de otras cosas transcurren en mi pensamiento, el cambio climático, la muerte trágica de Kobe Bryant, los temblores a principios de enero y ahora el espectro de un virus que se acerca cada vez más.
Pero a pesar de todo, quiero pensar que hay esperanza. No todo está perdido. Estamos vivos para empezar y eso es algo extraordinario.
Y mientras tenga este aliento, aunque mis escritos carezcan de esa intelectualidad académica de algunos, habré de seguir expresando mi sentir de una forma u otra.
De algún modo me hace sentir que mientras camino, pienso y no me quedo con los brazos cruzados.
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