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3/28/2020

El temor en tiempos remotos



Como muchos de ustedes, no lo vimos venir. No lo anticipamos y nos cogió por sorpresa. 

Escuchábamos a lo lejos algo relacionado a una enfermedad cuando pasábamos de largo los canales de los principales medios noticiosos, pero realmente no le prestamos atención.

Sabíamos que algo ocurría en China. Pero jamás pensábamos que se convirtiera en una plaga mundial.

En ese sentido, aprendimos a estar más atentos.

De pronto comenzó a extenderse. Ya no era un cuento. Fue entonces que nos invadió una enorme preocupación. El temor nos tomó por asalto cuando acudimos a los supermercados, puestos de gasolina o panaderías. Pero las góndolas estaban casi vacías sin un huracán o terremoto de por medio.

Ya no era una suposición. No era una serie apocalíptica de Netflix. Era real. 

Lentamente salió de Asia, llegó a Europa, invadió Sur América y Norteamérica y ahora había llegado a nuestro territorio.


Mapa del coronavirus: propagación global, 28 de marzo de 2020
Visualización se basa en datos de la Universidad Johns Hopkins.


Aquí en Puerto Rico, hasta el momento, han habido tres muertes relacionadas al Coronavirus (COVID-19), una de ellas, la primera mujer puertorriqueña que con 48 años falleció ayer en la región de Aguadilla.

La muerte de esta puertorriqueña se suma a un turista de Nueva York, de 73 años, quien estuvo de vacaciones en la Isla con sus esposa y una turista italiana de 68 años que llegó a bordo del crucero Costa Luminosa y quien falleció el sábado, 21 de marzo.

Al día de hoy se incluyeron 15 casos nuevos por el COVID-19 lo que elevó la cifra a 79 personas que han dieron positivo. Hoy son más.

Es decir, que cuando nos imaginábamos que esto se quedaba en Asia, estábamos totalmente enajenados de la información real y sus consecuencias.

Es realmente inaudito cuando pensábamos equivocadamente que nuestra vida nunca daría un giro tan drástico.  

Hoy miramos atrás y ese mundo que era nuestro se ha desvanecido y está demasiado lejos para alcanzarlo nuevamente.

No sabemos cuándo podremos regresar a nuestra vida normal.

Un mundo ordenado y definido con una jornada laboral normal en la semana, en la oficina o en la casa; en fin.., no lo sabemos.

Recuerdo en mi trabajo, cuando mi secretaria me asistía. cuando conversábamos de todos estos adelantos tecnológicos. 

Ambos rechazábamos ese tipo de trabajo remoto, regido por un teclado virtual y una pantalla. No imaginábamos que ese universo interactivo y digital dominaría prácticamente todos los rincones de nuestras vidas.

Al presente, lo que son las llamadas de voz han superado estadísticas impensables. El Día de las Madres se quedó atrás que era el día que tenía el récord de llamadas hasta ahora.

Las aplicaciones de videoconferencias y servicios de aprendizaje en línea se elevaron así como el manejo de data con millones de horas de transmisión de video.

Eso tan solo es el comienzo de una dramática transformación. El preludio de los cambios que nos trajo la pandemia del COVID-19. 

Ahora, más allá del aspecto de separación social, el escenario laboral es otro. Es distinto. Aunque no estamos ajenos del todo, el hecho que el Internet se haya transformado en un artículo de primera necesidad representa otra ruta de vida.

Hasta hace poco, intuíamos un futuro distinto. No estábamos preparados, me decía constantemente. El gobierno no lo estuvo para los huracanes Irma y María; imagínense esto. Aunque a veces pienso que ningún gobierno está preparado para algo así.

Cuando mi familia más cercana estaba viva, juntos veíamos la vida desde otra perspectiva. Un panorama mucho más rudimentario. Las cosas se hacían manualmente y cuando se escribía ahí estaba una maquinilla y un papel.

Había un lápiz para un boceto y una goma de borrar.

Llamábamos a una oficina de servicio y el teléfono lo contestaba una persona. Alguien de carne y hueso que escuchaba atentamente tus inquietudes y muchas veces te ayudaba.

Guardábamos los recibos ya que eran cosas tangibles y físicas, con firmas realizadas con bolígrafo y tinta.

Y muchos de ustedes dirán, pero hoy es mucho más sencillo. Ahora con un sello digital o la huella como identidad es suficiente. 

El problema es que en circunstancias como esta, más allá de una pantalla, el ser humano pasa a un segundo plano.

Hoy accedemos a una grabación remota para que los ciudadanos accedan cada servicio. No hay nadie que te escuche y mucho menos que te atienda.

La pandemia, de cierto modo nos ha obligado remotamente a manejar nuestras vidas y nuestros recursos en todos o casi todos sus niveles.

Al repasar todo esto, creo que descansábamos dentro de una comodidad ficticia. Donde este tipo de cosas le pertenecían al ambiente de la ficción o la cinematografía.

Trabajábamos nuestra sanidad mental con esa seguridad férrea de que algo así era inverosímil. No era posible.

Ahora sabemos que sí lo es. Y es en ese sentido que les digo que nuestra salud mental se ha transformado. 

Trabajábamos de forma distinta pero muchos de nosotros seguimos trabajando. Aquellos que no han podido permanecer en sus puestos por distintas razones no pueden sujetarse con ambigüedades o estar sujetos a tantas notas de prensa negativas.

Está bien estar informado. Pero abrumarse con noticias y opiniones de pasillo puede ser perjudicial.

Sentimos temor. Es natural. Somos de carne y hueso. Nos deprimimos a veces y estar metidos en un sitio sin salir por tanto tiempo es crítico para una gran mayoría.

Pero estamos con vida y eso es algo maravilloso.

Estamos aislados, pero no estamos solos. Tampoco somos los únicos. 

Créanme, en algún punto esto va terminar. Cuando lo haga vamos a ser mejores seres humanos y mucho más fuertes.

Vamos a tener una visión de mundo mucho más amplia y más positiva.

A ustedes les deseo lo mejor. Que se mantengan y cuiden su salud. Nada de riesgos innecesarios. Mantengan la calma y la mente ocupada. No permitan que el ocio o la depresión inunde sus almas.

No pierdan la Fe. Esto va a pasar!
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3/23/2020

El mejor antídoto para una epidemia no es la segregación. Es la cooperación.


Recientemente hemos sido testigos de las expresiones en conferencias de prensa diarias a nivel federal en donde el estigma del “virus chino” hace su aparición por boca del presidente.

Distinto al sentido ético, cuando una nación se ve inmersa dentro de una propagación de un brote que desencadena una epidemia, podríamos suponer que habría una disposición honesta entre Países sin temor a una catástrofe económica.

Pero es lo opuesto. La mano amiga desaparece y se transforma en un fiscal global que estigmatiza a su víctima.

Desde el siglo pasado la especie humana ha sido vigilante y proactiva en fortalecer las bases para impedir propagaciones de enfermedades y contagios.

Sistemas de salud modernos que nos sirven como un detente o una línea divisoria en donde médicos, enfermeras y expertos en la materia vigilan los alrededores y nos repelen de cualquier intruso.

Ciertamente y por desgracia tenemos cientos de millones de personas en el mundo que carecen de los servicios más básicos de salubridad.

Tenemos el aquel de pensar en cuanto a la salud se refiere en términos nacionales o locales. Pero cuando otros ciudadanos, incluyéndonos tenemos acceso a un sistema de salud adecuado lo cierto es que no tan solo nos protegemos en la esfera local sino protegemos a la humanidad en el mundo entero.

De cierto modo, la falta de visión que vemos hoy en el manejo de tantos aspectos claves para enfrentarnos al futuro incluyendo el hecho de culpar y estigmatizar a otros Países o Naciones alrededor del mundo no tan solo es injusto sino que la historia cuando pase juicio sobre estas acciones habrá de tomar nota para dejar en evidencia una filosofía de estado que evidentemente es perjudicial para el desarrollo humano.

De otra parte y según el Corresponsal de la Casa Blanca, Anders Hagstrom del Daily Caller, en su artículo: "Inteligence Reports Warned of Coronavirus Pandemic Long Before Trump Adm Took it Seriously", reveló que el Departamento de Inteligencia de Estados Unidos advirtió sobre la pandemia al presidente de Estados Unidos en enero y en febrero mucho antes que el coronavirus arropara la vida de los seres humanos a nivel global.

Esos informes se dieron desde enero y febrero, y el propio presidente norteamericano, Donald J. Trump, declaró que — el virus estaba contenido y que Estados Unidos enfrentaba cierto riesgo de propagación.

"Todo saldrá bien", tuiteó el 24 de enero.

Un mes después,  cuando aparecieron 15 casos en los Estados Unidos, Trump continuó minimizando la amenaza.

"Cuando tienes 15 personas, y las 15, en un par de días, se reducirán a casi cero, ese es un trabajo bastante bueno que hemos hecho", dijo el 27 de febrero.

A este punto deseo compartir mi último segmento con la parte final de un extraordinario artículo titulado —En la batalla contra el coronavirus, la humanidad carece de liderazgo — “In the Battle Against Coronavirus, Humanity Lacks Leadership”, en Time.com, escrito por Yuval Noah Harari, historiador, filósofo y profesor del Departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Dice Harari:

Hoy día la humanidad encara una profunda crisis dada la falta de confianza entre seres humanos. Para derrotar una epidemia la gente tiene que creer en sus expertos científicos.
Los ciudadanos tienen que tener confianza en las autoridades y sobre las naciones, confiar entre una y otra.
En los pasados años, políticos irresponsables, deliberadamente han socavado la confianza en la ciencia, sus autoridades y la cooperación internacional.
Como resultado, ahora nos enfrentamos a esta crisis desprovista de líderes mundiales  que puedan inspirar, organizar y financiar una respuesta global coordinada.
Durante la epidemia de Ébola en 2014, Estados Unidos sirvió como ese tipo de líder. La nación norteamericana cumplió un papel principal también durante la crisis financiera de 2008, cuando se integró a otras naciones para evitar un colapso económico a nivel mundial.
Pero, en estos últimos años, Estados Unidos ha renunciado a ese papel como líder mundial.
La actual administración de Estados Unidos ha cortado el apoyo a organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y le dejado meridianamente claro, saber al mundo que USA no tiene amigos reales, solo tiene intereses.
Cuando estalló la crisis de coronavirus, Estados Unidos se ha abstenido en tener una postura de liderazgo.
Incluso, si tratara de asumir ese papel hoy en día, la confianza en la administración actual se ha erosionado a tal grado que pocos Países estarían dispuestos a seguirla. ¿Seguirían a un líder cuyo lema es “Yo Primero” (America First)?
El vacío dejado por Estados Unidos no ha sido llenado por nadie más. La xenofobia, el aislacionismo, y la desconfianza caracterizan a esta administración ahora en la mayoría del Sistema Internacional.
Sin la confianza y la solidaridad mundial no podemos detener la epidemia de coronavirus y es posible que veamos más episodios como estos en el futuro.
Pero cada crisis es una oportunidad. Esperemos que la epidemia actual ayude a la humanidad a darse cuenta del grave peligro que representa la desunión global.
Para poder un ejemplo, la epidemia podría ser una oportunidad de oro para que la Unión Europea recuperara el apoyo popular que ha perdido en los últimos años.
Si los miembros más afortunados de la Unión Europea enviaran generosa y rápidamente dinero, equipo y personal médico para ayudar a sus colegas más afectados, eso demostraría el valor del ideal europeo mejor que cualquier discurso.
Si por el contrario, cada País tiene que valerse por sí mismo, entonces la epidemia podría provocar la muerte de la Unión.
En este momento de crisis, la lucha más crítica está dentro de la humanidad misma. Si esta epidemia resulta en mayor desunión y desconfianza entre seres humanos, será un triunfo mayor para este virus.
Por el contrario, si la epidemia resulta en una cooperación global más estrecha, será una victoria no tan solo contra el coronavirus sino contra todas las amenazas futuras. 

3/20/2020

El coronavirus nos ha transformado. Pero ojo: cuidado con la depresión.

Nuestro universo ha cambiado sin duda alguna. Ahora todo es distinto. Lo que habitualmente hacíamos se ha trastocado de alguna u otra forma. 

Nuestros círculos sociales, nuestra interacción social, laboral o familiar, sin mencionar lo financiero, hoy es diferente. Los cuidados importantes impuestos por el estado nos han llevado a un aislamiento social sin precedentes, al menos en lo que yo recuerdo.

Pero eso no es todo. Ante este escenario, tenemos que estar conscientes de nuestra salud mental. De pronto, lo que concierne a la salud mental, hemos visto que se ha quedado en un segundo plano. 

En ese sentido, tenemos que tener cuidado. Al menos con la depresión.

Si nos dejamos llevar por la Organización Mundial de la Salud, la depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Por lo que es un asunto que no podemos echarlo a un lado.

Cuando adolescente, se conocía muy poco sobre la depresión. Era un tema sobre el cual nadie se expresaba. En el seno del hogar, en la comunidad, en la escuela; este tema a la larga pasaba desapercibido. Pasaba a un segundo plano.

La depresión no es visible como las enfermedades comunes. No es algo que incidentalmente detectamos físicamente.

La depresión es como un ente invisible que calcula nuestras debilidades del alma, las suma, las resta sin uno saberlo.

De momento, nos miramos al espejo y todo lo que nos rodea se desmorona poco a poco. En cámara lenta. Como cuando hacemos una torre con fichas de dominó y sacamos una de las de abajo y todo las demás se caen, dejando un vacío, una huella de algo que estuvo en su sitio, en un momento dado.

El problema es que ahora, todas nuestras fichas se han caído. Están en el suelo. No las tiramos nosotros. Injusto o no — lo que hoy conocemos como el coronavirus alteró por completo nuestro juego.

Acerca del coronavirus y según la Organización Mundial de la Salud (OMB), esta enfermedad se deriva de una extensa familia de virus que causan enfermedades tanto en animales como en seres humanos.

La comunidad médica y científica ha identificado la infección que nos ocupa como Covid-19, la cual se desprende del propio coronavirus.

El brote de esta enfermedad fue descubierta en Wuham, China en diciembre de 2019. Sus síntomas más comunes son fiebre, cansancio y tos seca. 

Algunos pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, dolor de garganta o diarrea. 

Algunas personas que se infectan, no desarrollan ningún síntoma. De hecho, la mayoría de las personas (un 80%) se recupera sin necesidad de ningún tratamiento especial. 

Alrededor de 1 de cada 6 personas que contraen COVID-19 desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar. 

Personas mayores y que padecen afecciones médicas como hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes, tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave. 

El 2% de las personas que contrajeron la enfermedad, han muerto. La OMB indica que de tener fiebre, tos y dificultad para respirar, deben buscar de inmediato atención médica.

Con eso es que estamos tratando. Ese es nuestro enemigo en común. Cada uno y yo me incluyo, no debe bajar la guardia y debemos estar atentos a las informaciones oficiales. Nada de rumores.

Cuando atamos la salud mental a esto que estamos viviendo, definitivamente es otra cosa. Es un elemento más que se suma a este mar de circunstancias tan fuertes en nuestra vida cotidiana hoy día.

Puedo decir acerca de la depresión, en mi caso particular, que soy artista, resulta en un elemento un tanto resulta paradójico. Ya que siendo algo tan negativo la he podido en el transcurso de mi vida, transformarla en algo positivo. La he convertido en un aliento de trabajo. En una inspiración. 

El solo hecho de expresarme a través del arte resulta ser un antídoto, un modo de enfrentar ese paradigma.

En un momento en donde el aislamiento social es un hecho, esa sensación de depresión muchas veces me invade y me hace sentir absolutamente solo.

De pronto veo a mi alrededor y no hay puentes, escaleras o enlaces que puedan llevarme a la claridad.

Me siento a escribir muchas veces pero el lenguaje muere en el camino. Posiblemente porque en estas circunstancias el temor a la enfermedad crea ansiedad, en el artista es realmente trágico. 

A eso se le suma la angustia de ser malentendido o malinterpretado. Ser incomprendido en la familia o en el trabajo, cuyas personas desconocen esencialmente tu espíritu artístico.

El rechazo y la burla, el acoso sin piedad y el aislamiento mental nos pueden llevar a la locura. A un tipo de castigo físico, mental y emocional. Podemos caer en lo más bajo. Drogas, alcohol, etc.. 

Créanme, nada de eso funciona.

Todo eso lacera a la larga nuestra autoestima. Después del arrebato sobreviene el vacío. El alcohol, sí, fantástico; he visto como se ha esfumado la vida de gente que aprecio a consecuencia de la bebida.

¿Y entonces qué?


Con el distanciamiento social, les sugiero (y me lo digo constantemente), que debemos encontrar un camino. Una ruta. 

Lo que vivimos hoy, minuto a minuto nos crea un intensa ansiedad. Hasta que esto no termine, esa ansiedad va estar latente. 

Pero dentro de todo este calvario, tenemos aunque sea por instantes, buscar herramientas de personalidad que nos funcionen. 

Estamos distanciados pero esencialmente no estamos solos en esto. Encontrar mecanismos de defensa, en mi caso son los soldados del alma que nacen de la inseguridad, la angustia y florecen como una armada en mi conciencia que me muestra otras alternativas.

Debemos aprender hoy más que nunca a racionalizar y saber lo que tenemos de frente. Respetar los espacios críticos de la misma forma que queremos se respeten los nuestros. 

Siempre habrá gente que cree que son más que cualquiera. Gente cuyo ego no les cabe en la piel. Piensan que tienen el poder sobre otros y pasan por alto las normas o se hacen de oídos sordos. Tenemos que saber quiénes son, identificarlos y dejar que el batallón del alma haga su parte.

No podemos jugar con esta enfermedad. La estrategia lo es todo en estos momentos. Desarrollen su propia estrategia, una en la que puedan sobrellevar esta lucha con valor, sin temor alguno, con palabras de aliento y serenidad.

Es la única fórmula que eventualmente nos ayudará a sobrevivir esta tragedia colectiva.

Debemos además hacer un alto y orar. De forma íntima y en silencio. Que sea genuinamente un pedido de Fe de la manera que cada uno entienda que a veces el silencio de las palabras es extremadamente poderoso. Con ello, las palabras pueden maniobrar en el universo para que poco a poco todo esto desaparezca.

Huir no es alternativa. No hay escondite para esto. Por lo que tenemos que hacer lo mejor mientras estemos en pie. Buscar soluciones y dejar que las cosas vayan cayendo apropiadamente en su sitio. 

Así, esa lucha constante de la supervivencia familiar, laboral y personal será cada vez, un poco más placentera. 

Si sientes que en momentos no puedes enfrentar esto, busca la música, la meditación, la introspección; en fin algo que te ayude a conocer tus debilidades, a reconocer que cuando nos salimos de ruta, podamos comprender y entender las voces de nuestra conciencia para identificar que cosas nos está afectando. 

En estas circunstancias tenemos que ser fuertes. Tener el cuero duro y pensar que esto no es eterno. No es permanente. 

Indiscutiblemente los problemas asociados a la salud mental se incrementan con este tipo de segregación social impuesta.

No es fácil salir. Máxime ante una situación como esta en la que ninguno de nosotros pudo advertir. 

Pero si estamos en ese túnel, tenemos que buscar la claridad. 

Hay formas de encontrar esa luz. Hay maneras con las que podemos inundar nuestro diario vivir de otras cosas que nos ayuden a subsanar en algo nuestro estado emocional. 

En la soledad, atesorar lo que queremos y entrar en razón. Enfocarnos y seguir adelante. En medio de las informaciones muchas veces tan negativas, mirar hacia un lado más positivo y siempre esperar lo mejor.

Si dejamos que todo este componente de noticias, información o rumores quiebre nuestra sanidad mental, habremos de caer en un situación que unido a este presente puede tener serias consecuencias.

Por lo que hoy, los insto a que se cuiden no tan solo en el aspecto físico sino en lo que nos envuelve emocional y psicológicamente.

Vivir vale la pena. Pero decididamente tenemos que cuidarnos.
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3/16/2020

Nuestro mundo cambió. Ya no es lo mismo


No ha sido un ejército militar como tampoco fuerzas armadas revolucionarias que tomaron el poder por asalto; ha sido el contagio de un virus: Covid-19.

Puerto Rico se unió ayer temprano en la tarde al estado de emergencia mundial  cuando la gobernadora, Wanda Vázquez se hizo eco del cierre ocurrido en distintas jurisdicciones y naciones alrededor del mundo incluyendo Estados Unidos, al imponer un toque de queda para contener el contagio de este virus.

Con este decreto, cada ciudadano en nuestra Isla, tiene a partir de hoy, lunes, 16 hasta el 30 de marzo, entre 5:00 a.m. a 9:00 p.m. para adquirir alimentos, visitar una farmacia, realizar alguna gestión financiera, ir a citas médicas ya sea en hospitales, laboratorios o centros de servicios médicos además de presentarse en áreas de trabajo exentos a cumplir con este directriz.

La orden ejecutiva de la gobernadora de Puerto Rico, surge como consecuencia de una reunión en la Fortaleza donde se le dio a conocer el aumento de cinco casos positivos por Covid-19 hasta ese momento.

Todo este cúmulo de decisiones viene acompañado de un manejo frustrante dicho por la propia gobernadora por parte del sistema de salud del gobierno. Por tal motivo, hace varios días, la gobernadora le aceptó la renuncia al Secretario de Salud de Puerto Rico, Rafael Rodríguez.

El manejo del desembarco del crucero Costa Luminosa en Puerto Rico en el cual habían casos sospechosos infectados por este virus incluyendo una mujer de 68 años acompañada por su esposo y luego el retraso por los resultados tomados por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), incidieron en el cierre de gobierno y las actividades normales que llevamos a cabo diariamente en nuestro pueblo.

Nuestra vida como la conocíamos hasta unas semanas atrás, ya cambió. 

Con el cierre de operaciones a nivel público y privado unido a la forma en que nos conducimos, saludamos, expresamos nuestro afecto, obviamente se van a ver alterados ante la naturaleza de los acontecimientos acaecidos en las pasadas horas.

Podemos pensar sobre las soluciones o respuestas del gobierno como tardías o que no son suficientes, pero ciertamente acciones serias se han tenido que tomar. Vemos por ejemplo lugares en el mundo como Italia cuya mortalidad aumenta diariamente y créanme se nos paran los pelos de punta.

Sobre todo el riesgo de una población mayor de edad que lamentablemente está más expuesta a consecuencias de salud serias sobre esta enfermedad.

Estas mismas circunstancias nos obligan a estar sujetos a un aislamiento personal; un tipo de cuarentena familiar que a la larga ayude poco a poco a evitar la propagación de algo tan temible como este virus.

Desde lejos parece una película de terror donde una plaga amenaza la humanad; pero no es ficción: es real. Está con nosotros.

Con estos cambios tenemos por obligación que alterar gran parte de nuestra rutina, nuestros movimientos y nuestras acciones de modo que nos permita protegernos además de proteger al prójimo a que no se contagie.

Pensábamos equivocadamente que esto se había sacado de proporción o que era particularmente algo un poquito más fuerte que un catarro. 

Pero no es así.

Por otro lado, sé en mi interior que económicamente va a ser un desastre.

En un Puerto Rico que se recupera aun de la devastación de dos huracanes, el hecho de una plaga encima de nuestro territorio, además de crear incertidumbre, nos aleja de una actividad financiera normal que pudiese mantener el flujo económico positivo.

Por tal motivo es crucial que ahorremos. De estar atentos y no tomar riesgos innecesarios. Trabajar desde la casa si es posible y atemperar nuestra vida a los cosas más sencillas, atendiendo con rigor y seriedad la información del estado en relación al curso de este virus.

El saldo político a nivel local y nacional va a sufrir sin duda alguna. De hecho, ya han habido cambios y transformaciones trascendentales en tanto y en cuanto las puertas legislativas de ambos cuerpos, Cámara de Representantes y Senado de Puerto Rico están próximas a cerrarse.

Sin pensar que estamos a ocho meses de las elecciones generales y tres meses para el proceso de primarias para las candidaturas a la gobernación.

Es posible que estos procesos de votación tengan que posponerse o llevarse a cabo con otro plan estratégico, en cuyo caso tienen poco tiempo para administrar lo que se supone ocurra en noviembre próximo que son las elecciones.

De manera, que estamos dentro de otro escenario. Uno en el cual tenemos que estrictamente ser responsables y velar no tan solo por nuestra seguridad sino de la de nuestros seres queridos.

Esa debe ser nuestra meta. ¿Cuándo saldremos de esto?

No tenemos respuestas. Lo que sí sabemos es que este asunto lejos de ser serio es determinante para la vida que veremos de aquí en adelante.
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3/14/2020

Lecciones para una nueva humanidad

Del grupo de Teatro de la Universidad de Puerto Rico, 1 de mayo de 2018

Mucho antes del huracán María, Puerto Rico enfrentó grandes tempestades. 

Eventos de la naturaleza que nos dejaron un rastro estremecedor sin mencionar las calamidades que sufrieron muchos de nuestros amigos y compañeros sumidos en circunstancias extremadamente difíciles.

Décadas y décadas en donde el gobierno tuvo la oportunidad de comenzar de nuevo y restablecer sistemas del estado para proveerle a la ciudadanía un servicio de excelencia con todos los adelantos tecnológicos al momento. 

Dinero han tenido. Personal de sobra.

Nunca hicieron nada. 

Con el tiempo, los altos índices de corrupción y malversación de fondos públicos y extranjeros, echaron a un lado los esfuerzos verdaderos para tener un sistema de salud a tono con los tiempos, lejos de la política y la burocracia y que hoy pudiera hacerle frente a esta pandemia como se ha llamado.

No tan solo dejaron al desperdicio los sistemas de servicios, las estructuras jamás fueron inspeccionadas con el rigor necesario, teniendo personal ducho en la materia que desde hacía más de 20 años sonaban el botón del pánico en las esferas del gobierno para que hicieran algo.

De manera que hemos sido testigos del colapso de edificios, planteles escolares y grietas a lo largo y ancho de la Isla.  

Pero en apariencia ya la gente y el gobierno se olvidó de los temblores y terremotos.

Ahora todo el mundo está atento a la debacle de los procesos médicos, planes de salud, servicios a los pacientes, medicamentos, pruebas ante esta nueva crisis que nos amenaza como nunca antes.

Podemos culpar y señalar al gobierno actual pero antes de hacerlo, y de hecho son parte del escenario de poder que a través del tiempo nos han traído hasta aquí, debemos ser justos y señalar en el análisis que el colapso del sistema de salud de Puerto Rico es responsabilidad tanto del partido político en el poder como su oposición partidaria que hicieron mucho menos en el transcurso de su historia.

Esa cultura política con décadas de ineficiencia se apoderaron de los bienes del estado sin medir consecuencias y ni tan siquiera pensar en el bienestar común de nosotros como pueblo.

Esa es la verdad.

No tan solo es indignante. Hoy, nos puede costar la vida. Mientras estos truhanes que ahora suplican nuestro voto con gabán y corbata, se pasean por los medios hablando y discutiendo de cómo están atajando las circunstancias de esta epidemia.

En el caso de esta administración de turno, ya no es su ineficiencia; es su incompetencia y la suma de sus decisiones que nos afectan directamente.

Y no quiero entrar en los detalles de la política partidista que nos sigue afectando y nos mantiene en ascuas cada minuto.

Esto nos debe servir para aprender a decidir. Estoy convencido que en nuestros jóvenes debe y es imperativo que descanse nuestra mayor esperanza.

Esa es la nueva humanidad.

Jóvenes que no se aten al fanatismo y muchos menos a las prebendas de partidos corruptos como los dos que hemos tenido y han ostentado el poder durante tanto tiempo.

Jóvenes que tomen decisiones decisivas, que incidan en el manejo y las operaciones del gobierno con justicia, celeridad y aplomo. 

Jóvenes que puedan comunicarse con la verdad y desenredarnos de toda esta burocracia de los manejos mediocres e inoperantes de las fuerzas políticas que a través de décadas han destruido nuestro bien común.

Esa es la humanidad que quiero ver. 

Para finalizar, ayer tuve la oportunidad de ver la conferencia de prensa del presidente norteamericano.

Realmente fue un desfile de altos funcionarios privados que estoy seguro se han unido pero ciertamente con algo a cambio.

Eso siempre sucede.

Lo que uno espera escuchar de la presidencia se desvanece, nunca se da.

De pronto me recordaba en la película cinematográfica : “Deep Impact”, cuando al final el presidente protagonizado por Morgan Freeman, luego de la devastación de dos meteoritos, expresó:

…aún así, nos quedamos con la devastación del primero.  
Las aguas llegaron tan tierra adentro como en Ohio y los Valles de Tennessee. Limpió granjas y pueblos, bosques y rascacielos.  
Pero el agua retrocedió.  
La ola golpeó también a Europa y África. Millones se perdieron, innumerables más quedaron sin hogar.  
Pero las aguas retrocedieron.  
Las ciudades caen, pero son reconstruidas y los héroes mueren, pero son recordados.  
Los honramos con cada ladrillo que ponemos, con cada planta que sembramos. Con cada niño que confortamos y luego le enseñamos a alegrarnos en lo que hemos sido bendecidos, nuestro planeta, nuestra casa.  
Entonces, comencemos.

Traigo esto como una analogía a pesar que sé que es tan solo una película.

Tal y como expresa cuando dice que el agua retrocedió, estoy seguro que así va a pasar con esta amenaza epidémica. Va a pasar. Ciertamente, ciudades caen y créanme, en la mayoría de los casos son reconstruidas.

Habrán héroes, gente, médicos, cirujanos, enfermeras, enfermeros que darán todo lo que tienen y hasta pueden perder la vida. Ellos siempre serán recordados precisamente con cada acción que tomemos en el curso de una nueva oportunidad.

Tal y como finaliza, al menos en esta tierra que amo tanto, es hora de comenzar. Sin excusas. Sin política. 

Comenzar a actuar como se debe.

Porque la vida de cada ser humano no tiene precio y no hay tiempo que perder.

3/13/2020

Cuando amamos lo que hacemos...


Siempre hay quienes intentan denigrar nuestro trabajo.

Es inevitable. Rechazan nuestros logros y los de sus semejantes. No importa nada ni razones. Es así; lo hacen sin un ápice de racionalidad o consideración.

He aprendido que por negativo que sea, eso no es nada malo. Por el contrario: es algo bueno. 

Es un incentivo. 

Es una llama que me mueve a continuar. 

Me ayuda a cuestionarme. Enfocarme estrictamente en lo que hago sin distracciones. 

Hace mucho tiempo aprendí que el rechazo es un alago. Es una manera discreta para algunos en decirnos que no pueden hacer lo que hacemos.

Esa llama sigue intacta. Mi entorno fotográfico al igual que mi arte se alimenta de algo mucho más profundo. 

Tal vez son inquietudes en mi espíritu que me mueven a llevar a cabo proyectos. 

Proyectos fotográficos, dibujo o escritura, cualquiera que sea mi deseo de buscar algo que me ayude a sentirme lleno profundamente en mi carácter como artista.

En términos de la fotografía, lo cierto es que desde nuestro nacimiento estamos rodeado de imágenes. 

Imágenes en celulares cuya metodología para tomar una foto se da prácticamente en microsegundos.

En ese sentido, la tecnología lo ha cambiado todo. Por ejemplo, una imagen que se produce con un celular, viaja simultáneamente por esos canales digitales dentro de un ambiente interactivo casi incomprensible y en instantes cientos por no decir miles de personas la ven y acceden a ella sin contratiempo alguno.

En la fotografía, un instante se queda grabado. No importa cuál sea el proceso, no importa que sea a través de un celular, el retrato de un bebé, por ejemplo permanece con nosotros durante muchísimo tiempo. 

Ciertamente eso no nos convierte de primera mano en artistas o expertos en este campo. Pero tampoco nos aleja de un medio que amamos y disfrutamos tanto.

En lo que a mí concierne, soy artista. Toda mi vida lo he sido. Sé que entré muy tarde a la fotografía. Tal vez tarde en el sentido de aprender las cosas básicas del instrumento fotográfico a estas alturas de mi vida.

El problema es que en muchos círculos te cierran las puertas o te destruyen oportunidades.

Vengo de una época en que destacarse en el arte era mucho más difícil. Un momento en donde los celulares tanto como la Internet no existían. 

Los procesos eran totalmente rudimentarios y la creatividad sobre cualquier imagen se convertía de por sí en un evento. 

Pero eso no es excusa. Sin embargo, a pesar de esa vieja escuela, ese conocimiento quedó rezagado. Perteneciente a una época en Puerto Rico que aparentemente pasó a la historia y carece de pertinencia hoy día.

En las calles me encuentro con fotoperiodistas de los medios más importantes. Incluso me he encontrado en circunstancias donde luego de tomar una escena, van todos ellos, desplegando sus cámaras fotográficas con todos sus aditamentos, incluyendo esos lentes astronómicos para retratar exactamente lo que yo había tomado segundos atrás.

Algunos me saludan, otros si me pueden pasar por encima, lo hacen. 

Irónicamente, con la fotografía he tenido las mejores pero también las peores experiencias.

Pero no estoy aquí para criticar a nadie. Ni lanzar lodo a cualquiera. A lo largo de mi vida he comprendido que si del cielo te caen limones, tienes que aprender hacer limonada.

Decididamente, tenemos que hacer lo mejor con lo que tenemos en donde estemos. Eso eventualmente nos coloca dentro de otra sintonía mucho más positiva y con innumerables retos día tras día.

A mi alrededor, de cualquier forma, sé que todo ha evolucionado. 

A pesar que hay muchos aspectos técnicos y digitales que no domino, la verdad es que Yo he evolucionado también. 

He aprendido a familiarizarme con los equipos que utilizo diariamente. 

Equipos que a final de cuentas son mis acompañantes. Son los amigos presenciales que están junto a mí cuando camino viajo solo en las calles. 

Cuando intento llevar a cabo una presencia como artista y que de cierto modo me complazca.

Lo que me ha llevado a comprender que la fotografía es un proceso profundamente personal y artístico. 

Es un proceso interno, íntimo que lo utilizamos como un vehículo de expresión. Como una jornada con un lenguaje propio. Ese lenguaje se traduce eventualmente en nuestra firma como artista.

Es lo que nos identifica y nos separa de los demás.

Y esa firma es única. Es irremplazable. 

A veces, es como una voz, un grito de conciencia ante los atropellos y la injusticia social. Es como un alarido valiente dentro de un universo que políticamente no les pertenece a todos.

Y en esa voz está todo el sentido y sentimiento mucho más poderoso que un método o una técnica; es un estilo propio que marca nuestro camino y nuestra propósito de vida como artistas.

Con eso en mente, muchas veces de madrugada emprendo la tarea que comencé la noche anterior en preparar las cosas y tener la mochila lista para salir temprano en la transportación pública a visualizar mi mundo desde mi perspectiva como ser humano a través del lente.

Al final, el resultado se transforma en un sentimiento real de satisfacción. 

Es así de simple.

No importa lo que digan los demás. 

Lo importante es hacer del medio que amamos algo esencial que a la larga nos toque el corazón y eleve nuestro espíritu.

Un comentario desafortunado

    Para el comediante Tony Hinchcliffe, Puerto Rico es “literalmente una isla flotante de basura en medio del océano”. Estas expresiones se...