And this instinct to humiliate, when it’s modeled by someone in the public platform, by someone powerful, it filters down to everybody’s life, because it kind of gives permission for other people to do the same thing. Disrespect invites disrespect. Violence incites violence. When the powerful use their position to bully others, we all lose.
Meryl Streep’s
Golden Globe Speech, 2017
Fue el lunes pasado y hoy desgraciadamente.
El lunes le tocó el turno a Cecilia Vega, corresponsal de la Casa Blanca para la cadena de noticias ABC y hoy le salpicó a la Dra. Christine Blasey Ford en una de esas concentraciones políticas en la que el Presidente de la nación se expresaba cínicamente acerca de su testimonio.
I know youre’not thinking, you never do.
Esa fue la expresión del Presidente Trump cuando se dirigió a la periodista Cecilia Vega cuando intentaba formularle una pregunta durante una conferencia de prensa.
Yo no soy periodista pero respeto profundamente dicha profesión. Muchos de los exponentes que sigo como ejemplos de vida son precisamente periodistas. De hecho, los he visto hasta arriesgar sus vidas en momentos que desafían el juicio más sensato.
Desde su lanzamiento como candidato para las elecciones de 2016, su ataque a la prensa ha sido continuo. No termina.
Certero e intenso, lejos de ser estratégico o político, es una vara para medir y evitar cuestionamientos que ponen en un hilo su administración.
Para la prensa que no es falsa, que no disfraza ni tergiversa la verdad, constituye un reto de vida. Para la Nación tiene un efecto peligroso sobre todo viniendo de la persona que ostenta el poder. La misma persona que resulta ser Presidente y que cuyo discurso se basa en gran medida en que la prensa es el enemigo.
Para él la única prensa que existe es la que no lo critica, la que se sostiene sobre unos fundamentos políticos extremistas y dañinos pero que apelan directamente a un sector que sigue sus mandamientos como si fuesen soldados de fila.
Esa prensa es la que se vende al mejor postor, la que ha traspasado sus dignidad y honradez por mantenerse con una audiencia cautiva, oscura para materializar el fin sin importar los medios.
Para llevar a cabo todas esas teorías de conspiración que son falsas pero extremadamente peligrosas.
Trágicamente dichas teorías se han tenido eco dentro de ese pensamiento que sigue fervientemente no un líder: una doctrina.
Cuando eso sucede, se ciega la sensatez y todas esas nociones de convivencia normal se van al piso.
Lo que sucedió hoy con la Dra. Ford y poco antes, a principios de semana nos debe alertar de un modo político que nunca ha cambiado. No va a cambiar.
Aun cuando la nominación de Brett Kavanaugh está en juego, todo es parte del mismo discurso divisorio cuyas verdades a medias implican una realidad falsa y unos estilos de una elite que ha pretendido transformar a su gusto el índice moral de millones de personas.
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