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5/14/2018

La fotografía en las calles...

JC Burgos / Fotógrafo urbano y foto periodista

Una extensión de mi alma


Una forma en la cual nos une a todo lo que nos rodea. Nos permite comunicarnos y expresarnos desde un punto de vista que se ampara naturalmente en la temperatura de las calles. De cierto modo nos descubrimos y nos presentamos de la forma más sencilla, humilde y prudente posible.

La imagen; ese producto visual que nos conduce por senderos inesperados, es realmente lo que cuenta. Para llegar a ella, el camino no es tan fácil: cada segundo cuenta. Nuestros movimientos producen cambios, el dominio visual nos atempera la escena y nuestros dedos mueven el gatillo lentamente para realizar el disparo en la cámara. En fracciones de segundos se produce algo que nos mueve y nos incita a seguir intentándolo.

Ese enlace es nuestro, es único. Nos ganamos ese derecho. Ese vínculo que hasta ese instante constituía una abstracción mental, se compuso de una forma maravillosa, cuando todavía comenzábamos esa jornada visual que solo se producía en nuestra imaginación.

Esa una manera de ver nuestro escenario callejero. De aceptar nuestra presencia y aprender a hablar en silencio, con un instrumento poderoso en la mano. Cuando Diane Arbus salía a retratar, decían que no llevaba una cámara. Para mucho críticos, veían su instrumento como un fusil social.

Para tales efectos, lo único que nos separa de un tiro es el contenido emocional de nuestro espíritu y el instinto artístico que se integra a nuestra normativa, nuestra estrategia y talento fotográfico.

Otra cosa extraordinaria es el contacto humano. La gente que padece. La gente que habla sobre una filosofía de vida propia, con un lenguaje único que solo puede escucharse en las calles... Un elemento esencial cuando nos movemos en direcciones donde muchos se nos acercan y nos cuestionan. Pero cuando nos sentamos con ellos, y hasta comemos en la misma acera destruida, los almuerzos que traen sectores religiosos, aprendemos a unirnos a ellos, a ese mundo tan lejano del nuestro.

He visto cosas muy tristes pero he visto también cosas extraordinarias. Pero más que todo, veo cada día que salgo, un pueblo que está vivo y latente. Que sobrevivió un evento catastrófico hace poco. Y que hoy vive una jornada política que puede cambiar la vida de todos aquí. A pesar que no estoy de acuerdo con la violencia, a veces el maltrato político puede crear circunstancias de tal magnitud que hasta la gente más dócil comienza a manifestarse y a revelarse.

Cuando le llega el momento a los pueblos; callarse ya no es alternativa.










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