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7/25/2018

Prohibido Olvidar: Los Sucesos del Cerro Maravilla

Vistas senatoriales Sobre los Sucesos del Cerro Maravilla, Héctor Rivera Cruz, Fiscal a cargo

Despertar de Conciencia



El Origen...


Hace aproximadamente cuatro décadas en que un contingente de policías armados nos expusieron ante una violencia que jamás habíamos presenciado.

Una violencia que nos era ajena totalmente a nuestra cultura. 

Una década en que la policía se había convertido en un cuerpo parecido a los procesos de operaciones tácticas, encubiertas que se daban en otras partes del mundo pero no en Puerto Rico.

Con un clima electoral que se convirtió en un duelo a muerte, plagado de irregularidades, comenzaba la década de los 80’s.

Una  ventaja de 1,936 votos, le dio el triunfo al Lcdo. Carlos Romero Barceló como gobernador de Puerto Rico, a pesar de recuentos voto a voto e impugnaciones que llegarían hasta El Tribunal Supremo. 

Al final, nuestro gobierno quedó totalmente dividido. El poder ejecutivo en manos del Partido Nuevo Progresista y la legislatura en manos del Partido Popular Democrático.

Así las cosas, con un inicio fraudulento, entrábamos a una nueva era. 

Era en la cual el gobierno electo cargaría para siempre el estigma de un resultado electoral en entredicho.

Un cuerpo legislativo dividido y un sistema policíaco matizado desde mucho antes por actos de brutalidad e injusticia ciudadana.

Desde mucho antes los componentes de la policía se habían transformado. En el año 1962 había nacido la Unidad de Reserva Especializada que luego se le dio el nombre de La División de Operaciones Tácticas (DOT) de la policía.

Su propósito principal era intervenir en situaciones de alto riesgo que pusieran en peligro la vida de la ciudadanía y la de los policías.

Para marzo de 1970, un grito de protesta cegó para siempre, la vida de una estudiante próxima a graduarse de la Facultad de Español de la Universidad de Puerto Rico: Antonia Martínez Lagares.

Desde su balcón, la estudiante alzó su voz en contra del abuso de poder y fue muerta en el acto por un disparo proveniente del arma de fuego de uno de los policías agresores. 

Es decir, ya desde esa época estaba en vigor un crecimiento fundamentalista dentro del cuerpo de Ley que supuestamente iba a proteger a la ciudadanía de la violación a sus derechos más fundamentales.

Esa semilla vino arrastrándose desde entonces para convertirse en un modo de proceder y en una plataforma del gobierno. 

Que comenzó con un sistema fraudulento y de conmoción política.

Ese nuevo orden político instituyó estilos y operaciones a oficiales vestidos de uniforme, cuyo principal objetivo era desestabilizar el orden establecido. 

Su metodología, era crear la falsa impresión de un gobierno capaz de atajar cualquier acción y paralizar de “cuajo” cualquier tipo de ideología, amparados sobre un crecimiento nacional sin precedentes.

De esa forma, se lograron legalizar cuerpos, divisiones y negociados dirigidos específicamente a investigar el área criminal y a manejar de forma encubierta para penetrar en la oscuridad, grupos señalados de independentistas como objetivos criminales del estado.

Y ese estado de derecho se iniciaba con estas palabras 
El pueblo de Puerto Rico tiene la garantía de que no se permitirá que grupos que atentan contra nuestra libertad y clima democrático, se impongan en nuestro pueblo— expresiones del gobernador electo, Lcdo. Carlos Romero Barceló, públicamente.

Mientras el gobernador Romero Barceló le anunciaba al pueblo el éxito de una operación anti terrorista, lo cierto era que había ocurrido una emboscada cuyas víctimas habían sido dos jóvenes independentistas.

Los Hechos...


Ese 25 de julio de 1978, dos jóvenes y un agente encubierto en coordinación con la Policía llegaron a un monte en Villalba conocido como el Cerro Maravilla.

Al llegar, un contingente armado de policías los esperaba. 

Los dos jóvenes fueron torturados y acribillados a tiros estando de rodillas en medio de un círculo de agentes que hasta se les orinaba encima.

La versión oficial encubrió los hechos hasta que se entrevistó al chofer de carro público, Don Julio Ortiz Molina, quien fue interceptado y obligado a llevar al grupo hacia las torres de comunicación, ubicadas allí mismo.

El discurso oficial local y federal expresó: “la investigación revela que no hubo masacre, no hubo golpizas, no hubo agresiones salvo los tiros que ocurrieron en el Cerro Maravilla”.

Habiendo ganado el Partido Popular Democrático el Senado de Puerto Rico, decidió conducir su propia investigación.

Una investigación que reveló otra verdad


A través del Canal 7 de Rikavisión, desparecido y propiedad del fallecido y muy querido productor Don Tommy Muñiz, se comenzaron a transmitir las Vistas Sobre los Sucesos del Cerro Maravilla. 

Don Miguel Hernández Agosto, ex presidente del Senado fue entrevistado por el periódico Primera Hora, y al recordar 30 años después lo sucedido en Maravilla, indicó:

“El 25 de julio de 1978 es una fecha que los puertorriqueños no debemos olvidar.

Los jóvenes, nacidos después de 1978 deben conocer esta historia, y los que nacimos antes de 1978 no podemos olvidarla para que en Puerto Rico nunca más se repita una situación como ésta”. Miguel Hernández Agosto, Ex presidente del Senado de Puerto Rico

El Fiscal a cargo de esa investigación indicó lo siguiente:
“El propósito que tenía la Policía, la administración gubernamental de entonces era dar un escarmiento a estas personas...

Punto final...


Los Sucesos Sobre el Cerro Maravilla nos despertaron de una hipnosis aparente, intuida a través de años de fanatismo político junto a una historia política y jurídica llena de valores hipócritas.

Las palabras de Rantés, el personaje de la película Hombre Mirando al Sudeste del director argentino, Eliseo Subiela, truena como un breve recordatorio de esa hipocresía política que corroe nuestro pueblo: “Los torturadores aman a sus hijos, van a misa y reciben la eucaristía

Cabe resaltar que la misma justicia de Maravilla fue la misma que encadenó mortalmente a Pedro Albizu Campos y lo llevó a la muerte, con torturas inimaginables. 

Es la misma que llevó a los agentes del FBI al lugar donde se encontraba Filiberto Ojeda, donde lo asesinaron misteriosamente. 

Es la misma que exoneró en principio a los agentes y policías que cometieron los actos en el Cerro Maravilla y la que absolvió al policía asesino de Antonia en Río Piedras y al agente que disparó contra Adolfina Villanueva a principios de 1980.

Por eso que un examen profundo, tal vez breve, nos pueda hacer recapacitar sobre las marcas, las cicatrices que se han quedado sobre nuestra trayectoria, como prueba del paso inexorable a través de los años y que dejó incisiones serias en nuestra conciencia. 

Con un comienzo electoral lleno de un intenso dramatismo. Un conteo donde se le fue la vida a este pueblo. 

Una década en la cual murió uno que para muchos, ha sido el político más importante del siglo: Luis Muñoz Marín. 

Aquellos de nosotros que estuvimos presentes para ver la caravana de carros fúnebres, no podíamos creer la magnitud de miles de seres humanos, arrojados en el Expreso Las Américas (ahora Luis A. Ferré), como espectadores de la partida de una de las personas de mayor trascendencia en Puerto Rico.

La muerte de Doña Adolfina Villanueva representó a principios de los 80’s, al menos para mí, en un despertar de conciencia y un abrir de ojos. 

Para los efectos, como puertorriqueños, supimos desde aquel instante tenebroso, que aquellos que se supone protegerían el bien común de nuestros ciudadanos, nos podían matar en cualquier momento y en cualquier esquina.

A pesar que los precedentes históricos son evidentes, al parecer nuestra memoria histórica se ha quedado en el olvido. 

Tal vez como parte de un legado colonial en que se nos ha sometido durante siglos en un juego mortal donde aquellos que detentan el poder han mantenido un esquema perfecto de ignorancia colectiva. 

Un pueblo que ondea por las calles con un desconocimiento histórico total y que mete miedo. 

Una ignorancia que asusta. 

Una presencia durante siglos de un poder extranjero, con un sistema político dual, ha logrado con éxito construir una filosofía degradante sobre nuestra identidad. 

Un modo de pensar en donde los pueblos que se constituyen sin identidad propia caminan bajo los efectos de una actitud enfermiza y peligrosa.

Pero ese desconocimiento, al que hago referencia, se convirtió en el estandarte de un proceso educativo carente de significado, que se basó en una doctrina positiva y un pensamiento de capital, excluyente del verdadero significado de nuestra historia. 

No podemos despachar nuestro pasado con una narrativa inconsecuente de meros acontecimientos inscritos en historias plagadas de mentiras.

Nuestro pasado tiene que estar presente, más hoy que nunca, para ayudarnos a atajar cualquier intento de inducción demagógica que nos viene desde las gradas en un sistema colonial. 

Al repasar, aun cuando sea “ a vuelo de pájaro” la historia crítica de los asesinatos de estos dos jóvenes, esto nos tiene que servir de plataforma y advertencia moral para evitar lo que tristemente presenciamos a diario. 

Portadas de periódicos que parecen afiches de películas de horror, historias con reportajes estremecedores, repletos de imágenes dramáticas y políticos o abogados que parecen estrellas de cine, ofreciendo entrevistas con mensajes escritos y con asesorías de expertos en comunicaciones.

Los Sucesos del Cerro Maravilla, representan una época en donde el pensamiento político dejó de ser infantil. De pronto y sin saberlo directamente, algo cambió nuestro rumbo; nuestro modo de pensar jamás sería el mismo. 

En mi caso particular, hubiese sido imposible permanecer conforme y callado ante la tragedia histórica de circunstancias y hechos políticos que nos han llevado de la mano a procesos de una evidente decadencia. Que es precisamente donde estamos ahora. 

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