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9/28/2019

Inteligencia Artificial: No es un cuento. Es una realidad.


Es una realidad sin duda alguna.

Vivimos con sistemas que operan estrechamente sin la necesidad de un ser humano a su lado.

Son autónomos. Aprenden de sus errores.

Se desarrollan solos, independientes a una velocidad incomprensible para el conocimiento humano. 

La gente que les dio vida ya no pueden regresar atrás, no pueden eliminarlos o desconectarlos.

Desarrollan su propio lenguaje definido, su propia forma de análisis y por consiguiente pensamiento. Es precisamente en ese sentido que estamos frente al desarrollo de algo potencialmente peligroso.

Aunque parezca algo de ciencia ficción, pienso que en un momento, estos sistemas podrían tomar plena conciencia de su existencia.

Jay Tuck, un experto en materia de Defensa Nacional de Estados Unidos, con una vasta experiencia en materia de inteligencia, decía que mucha gente se preguntaba ¿cuándo la Inteligencia Artificial sería más inteligente que el ser humano?

Algunos decían que nos tomaría alrededor de 50 años, 30 años; pero lo cierto es que para ese experto, esos sistemas nos pasaron de largo hace mucho tiempo, en innumerables áreas de la sociedad.

En la parte financiera donde nadie conoce cómo funcionan algoritmos complejos, los mecanismos tradicionales del mercado de bonos y acciones ha sido mejorado de tal forma por la Inteligencia Artificial que nos debería hacer repensar hacia dónde vamos con esta tecnología.

Aquellas imágenes tradicionales de un corredor en la Bolsa de Valores con cinco teléfonos en cada mano y corriendo de un extremo a otro sin llegar a ningún lado ya no existe. 

Sistemas de alta frecuencia sustituyeron esa estampa y han tomado su lugar dentro en el campo donde transacciones de billones de dólares se realizan en fracciones de segundos.

Dentro de un entorno independiente viajando a una velocidad incomprensible para la capacidad humana, nos debe dar una idea de cuán rápido piensan estos sistemas y cuán indefensos somos los seres humanos en comparación con ellos.

En lo que le toca a la medicina, sistemas muy complejos utilizan la Inteligencia Artificial ofreciéndole al paciente un diagnóstico casi exacto, preciso donde se han podido detectar tumores mucho antes que un equipo de cirujanos opte por la cuchilla en una sala de operaciones.

Pero por positivo que sea dicha disciplina, no se confundan. Estos sistemas no tienen piedad o padecen de dolor. Estos sistemas duran para siempre.

Por otro lado, comprender por ejemplo que un sistema sofisticado con cámaras de vigilancia bajo programas de Inteligencia Artificial puede retratar 15 millas cuadradas a la redonda a 17,500 pies de altura.

En dichas imágenes se han podido detectar objetos en movimientos, una persona cruzando una calle o avenida, un individuo en un estacionamiento, los detalles de su ropa y a veces hasta sus uñas.

En la parte militar, misiles teledirigidos dejan caer cientos y miles de sensores que se unen a señales satelitales que le proporcionan a las tropas de inteligencia el tipo de terreno, vehículos, áreas y lugares estratégicos entre otros.

El uso de esta tecnología de Inteligencia Artificial cuando se utiliza para sistemas de robots, logran que crucen grandes distancias sin importar el tipo de terreno. Pueden cargar un peso que un ser humano no podría y hacerlo día y noche, sin descanso, sin respiro y sin comida.

Decididamente todo ha cambiado. Vivimos en otra era.

Caminamos con una computadora portátil en los bolsillos para supuestamente generar llamadas, grabar y ser grabados, fotografiar y acceder al universo de las redes para estar presente y no pasar desapercibidos.

Sin pensar que muchos de esos instrumentos son en parte el preludio de un universo tecnológico que se desarrolla por sí mismo y cuyas nociones están íntimamente ligadas con la indagación de cada ciudadano, sus perfiles, sus gustos y las circunstancias de su vida.

Hay otras empresas que hoy en día desarrollan vehículos experimentales que se conducen solos, drones que cargan mercancía distribuyéndola directamente al comprador. 

Ciertamente no sabemos toda la verdad. 

Tenemos el conocimiento de saber o al menos intuir a dónde se dirige toda esta tecnología.

Lo peor de todo es que no hay vuelta atrás. 

En la medida que el poder adquisitivo y político toma las riendas sociales, estos sistemas cobran preponderancia y se consideran indispensables dentro de la sociedad.

Retroceder no es opción.

Lo único que podemos es estar alertas. Atentos y mantener los ojos bien abiertos para que en un futuro próximo no se nos aparezca en la puerta de nuestros hogares un robot cibernético con cara de Terminator, preguntando por Sarah Conor.

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