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1/30/2025

Demonización y poder: La retórica que fractura a una nación


El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, mantiene firme su postura de enjuiciar sectores que viven en común en Norteamérica, con la intención directa o indirecta de trastocar sus vidas para siempre.

Es imperativo estar alerta ante este tipo de discurso y la retórica política que representa un viraje hacia un nacionalismo extremo. Este se fortalece dentro de su base, su respaldo congresional y la estructura republicana, que hoy se constituyen como una inmensa mayoría.

Al esbozar su filosofía, el presidente promueve un mensaje que actúa como un llamado a la acción para sus seguidores. Un discurso que manipula la información, generando una opinión pública fundamentalista basada en medias verdades. Este tipo de narrativa insiste en reescribir la historia y acomodarla a sus mejores intereses. En el caso de Puerto Rico, esto resulta particularmente peligroso, ya que comenzamos a ver los efectos en la pausa de compensaciones y emisiones federales.

Por otro lado, encauzar y estigmatizar a los inmigrantes como criminales abre una brecha sin precedentes en la nación estadounidense. En conferencia de prensa, los reporteros Russell Contreras y Avery Lotz, de la cadena de noticias AXIOS, informaron que cuando se le preguntó a la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, cuántos de los 3,500 inmigrantes arrestados desde que Trump asumió el cargo tenían antecedentes penales, su respuesta fue: "Todos ellos porque violaron ilegalmente las leyes de nuestra nación".

Si el criterio para ser catalogado como criminal fuera tan simple, entonces cabría preguntarse por qué no se habla de Timothy McVeigh y Terry Nichols, responsables del atentado de Oklahoma en 1995, que mató a 165 personas. O de Eric Harris y Dylan Klebold, quienes asesinaron a 12 estudiantes y un profesor en Columbine en 1999. Y de Adam Lanza, quien mató a 20 niños en Newtown, Connecticut, en 2012. Todos ellos, ciudadanos estadounidenses. Si la norma es demonizar a los inmigrantes como criminales, el estado norteamericano debería aplicar la misma rigurosidad con aquellos que han inscrito sus nombres en la historia a través de actos de violencia masiva. De lo contrario, queda en evidencia que el verdadero objetivo es mantener el poder mediante una nación dividida y polarizada.

Asimismo, los cambios contributivos, la supuesta reforma de salud que no se concreta y la desregulación del mercado financiero se suman al engaño masivo de una presidencia que ignora sus repercusiones sociales. Su modelo de nación favorece a un sector específico, menospreciando la diversidad y afectando a las minorías con la cancelación de ayudas y programas federales. Todo esto se convierte en un peligroso detonante.

Es crucial reconocer que la presidencia de Trump ostenta el poder y lo ejerce con un desprecio inmisericorde hacia las minorías, utilizando las redes sociales como un arma de división. Esto no es un juego ni una broma. Su voz no es inclusiva, sino que responde a un sector radical de la nación.

Por ello, debemos estar atentos, analizar con conciencia y actuar con responsabilidad. Lo que hoy ocurre tendrá un impacto real, no solo en nuestro territorio, sino en el mundo entero.


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