Recuerdo las incontables veces que visité la librería Thekes en el centro comercial Plaza Las Américas, en Puerto Rico. Allí descubrí la maravillosa poesía de José Ángel Buesa, los epistolarios de César Vallejo, En la Brecha de José de Diego y, por supuesto, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, entre tantos otros.
Pero Thekes cerró hace ya muchos años.
En mis primeros años de universidad, con mis amigos del alma, visitábamos cada fin de semana La Tertulia, en Río Piedras. Aquel rincón de libros me abrió la puerta a la editorial Siglo XXI y a un nuevo nivel de análisis con Michel Foucault.
Fue allí donde aprendí, casi sin darme cuenta, a tocar con cautela la filosofía. Descubrí un movimiento existencial que, sin que yo lo supiera entonces, ya tocaba las puertas de mi alma.
Como la música de Pink Floyd, Camus, Sábato y Sartre se instalaron en mi espíritu mientras hojeaba sus libros en La Tertulia.
Según un artículo publicado en Metro, La Tertulia cerró en mayo de 2017.
Muchas han desaparecido. Y muchos de nosotros nos hemos quedado un poco desamparados ante esa ausencia.
Borders en Plaza Las Américas era mucho más que un comercio. Era un punto de encuentro, un espacio para aprender, caminar y disfrutar con la familia. Allí encontrabas libros, música, accesorios y artículos de regalo con un diseño tan original como especial.
Pero Borders cerró sus puertas, dejando un vacío difícil de llenar. El Nuevo Día describió el impacto de su cierre, y no pudieron estar más en lo cierto.
Bell, Book & Candle Bookstore también es cosa del pasado.
Sé que la tecnología ha traído ventajas enormes—yo mismo la he disfrutado y participado de ella activamente. Pero, irónicamente, ha sido la misma tecnología la que ha arrasado con una parte fundamental de la cultura estudiantil de mi época.
Los buscadores de libros, los cazadores de primeras ediciones, los exploradores de editoriales desconocidas... nos hemos quedado sin refugios.
Ese compartir de ideas, de descubrimientos y de asombro es algo que no volverá a repetirse.
La nostalgia que me invade al recordar todo esto es difícil de describir.
Afortunadamente, aún sobreviven librerías como Norberto González, aunque en 2021 su fundador, Norberto González Rivera, falleció, dejando un legado invaluable en la industria del libro en Puerto Rico. Su librería sigue en pie, resistiendo el embate del tiempo y los cambios tecnológicos, y continúa siendo un refugio para los amantes de la lectura.
Extraño esa parte de mi vida.
Como diría Ernesto Sabato, en algún recóndito reducto de mi espíritu la guardo con infinita nostalgia.
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