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4/09/2020

Un rayo de esperanza se nos va…

Bernie Sanders en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico durante su campaña en 2016.
Foto: JCarlo para la Otra Cara.

El miércoles pasado, el senador por Vermont, Bernie Sanders decidió ponerle fin al esfuerzo por llegar a la Casa Blanca, finalizando así la contienda en primarias para la presidencia de Estados Unidos.

En ese sentido, la maquinaria del Partido Demócrata pudo más. 

Dentro de una plantilla que en un momento dado agrupó a 25 candidatos, Bernie Sanders, daba cátedra de su empuje a todos, entre ellos: Elizabeth Warren, Pete Buttigieg, Joe Biden, Tulsie Gabbard, Amy Klobuchar y Tom Steyer incluyendo un octavo candidato que cortó el cerco utilizando recursos impensables como millonario: Mike Bloomberg.

Este último, en un momento dado en el juego donde el Partido Demócrata fracasaba en encausar y hacer temblar los cimientos de una presidencia republicana aferrada al poder sin absolutamente consecuencia alguna.

En cambio, Bernie Sanders  acaparaba el entorno político sin mucho esfuerzo. Su carisma y su presencia detenían la rueda y estremecían el ambiente. 

No necesitaba el apoyo de billones y su voz retumbaba y hacía temblar las paredes sin mediar extremos en gastos en los medios con expresiones que poco a poco agrietaban los cimientos de una presidencia fundamentada en la mentira y el fraude.

Pero eso es parte nada más.

La estructura del Partido Demócrata distinto a Bernie Sanders, no ha pudo capitalizar en cada uno de sus intentos para destruir la presidencia republicana. 

De hecho, ante gran parte de la población sobre todo, el sector mayoritario que ve al presidente como su salvador, el Partido Demócrata quedó en ridículo en cada una de los intentos y acusaciones de ilegalidad que poco a poco murieron al momento de la verdad. 

Con la ausencia de Bernie Sanders y el apoderamiento de Joe Biden del apoyo institucional de su partido, debemos admitir que el Partido Demócrata no ha podido comprender aun a lo que se enfrenta.

Y ya es un poco tarde para comprenderlo.

En medio de la crisis que vivimos hoy, la voz de Bernie Sanders retumbaba como un grito de igualdad necesario para enfrentarnos al futuro. 

El llamado a la desigualdad sobre los planes médicos con la idea de implementar un seguro universal destruía las posibilidades de una candidatura que el sector de altas finanzas en Estados Unidos tildó como un empuje socialista.

La justicia salarial y el cobro de préstamos estudiantiles al parecer no cuajó dentro de una estructura política como el Partido Demócrata, cuyos vínculos con los altos intereses financieros habrían de impedir y obstaculizar cualquier intento de movida de justicia a esos fines.

Sus expresiones y críticas a un entorno establecido cuyas características de avanzada resultaban ser obsoletas calaron profundamente en la comodidad, superficialidad y aptitudes conservadores que claramente llevaran a Donald Trump a la presidencia nuevamente.

Los candidatos derrotados junto a un cúmulos de conservadores demócratas le dieron la espalda a un movimiento joven, dinámico y luchador, que llevaba en su interior cambios trascendentales ante un mundo social y económico que es radicalmente opuesto a sus posturas.

Hemos visto por ejemplo, que las respuestas del ex vicepresidente, Biden ante este marco histórico y la amenaza de esta enfermedad han sido insuficientes y mucho menos con la fortaleza necesaria para romper esquemas para atender este asunto.

Hemos sido testigos de instancias en donde este candidato insulta y deja ver su menosprecio a aquellos que no comulgan con algunas de sus posturas.

Patéticamente el Partido Demócrata, ahora se juega un futuro que lo habrá de cambiar todo. Con la ausencia de una voz disidente en medio de una crisis sin precedentes recientes en la historia global. 

Los medios no le pueden hacer el trabajo al Partido Demócrata.

En momentos cuando el Coronavirus (COVID-19) cruce el peldaño y baje definitivamente la curva, la parte política y el tiempo se acorta. 

Las elecciones se acercarán cada día más.

Si lo que aconteció en Iowa se repite, el Partido Demócrata habrá perdido toda probabilidad de recuperarse ante un juego en que se le va la vida no tan solo a un pueblo estadounidense que rechaza las posturas de esta presidencia sino a nuestro territorio que desgraciadamente habrá de sufrir unas consecuencias reales que no hemos visto todavía.

 —In Iowa last week, it was a disaster of a feud that beggars my ability to describe. The collapse of that technology platform is not something that’s going to beset republicans in November, who have a light-years distance in the technology gap between their side and the democratic side”

Lo peor es que todo ese desastre que se vislumbra en términos del alcance demócrata va a suceder sin una persona clave para enfrentar la maldad y el desprecio de una presidencia que jamás debió llegar.
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