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4/16/2020

La vida vale mucho más que el dinero


Si algo ha sido evidente con todo lo que está sucediendo es que ricos y pobres están bajo un mismo escenario. Bajo un mismo techo.

La cuestión social y la desigualdad, aunque evidente nos deja ver que ante una crisis de esta magnitud, donde la vida está en juego, todos somos iguales bajo un esquema de distanciamiento y temor constante.

Y el tener dinero no lo hace diferente.

Obviamente, tener un caudal debe ser algo extraordinario para algunos. Para los mismos que aman el dinero.

Pero se les olvida que la verdadera abundancia no está en la riqueza material. La verdadera abundancia está en el espíritu. La nobleza, la humildad y la fortaleza de carácter.

Está en la dignidad y el respeto. En favorecer la verdad antes que la mentira. En ayudar y no rechazar. 

Está en la naturaleza, el sol, el océano y el cielo. Las nubes y cuando cae la noche que comienza la nostalgia y el calor del hogar.

Materialmente suena muy poético. Muchos dirán que de las palabras o los pensamientos no se vive. Cierto. Hay que comer y traer el pan a la mesa.

Para eso está el trabajo. La encomienda diaria. Lo que hacemos para desarrollar nuestras vidas comúnmente.

Pero eso es distinto al frenesí de amansar una fortuna.

Una vez alguien me dijo que “el dinero no hace la felicidad pero hace la infelicidad más divertida”. El problema es de qué vale si no dejas de ser infeliz.

A veces puede ser hasta trágico. Una vez fui testigo de cómo tuvo un accidente mortal una persona extremadamente acaudalada.

Unas circunstancias que dejó a este ser humano, con muerte cerebral en apenas segundos.

Cuando murió, no se pudo llevar su yate, el carro, la casa, prendas y otros bienes.

Lo que trato de decir es que en la vida, sobre todo, cuando hoy estamos en medio de esta pesadilla, tenemos que tener un balance. Un equilibrio.

En momentos cuando todo a nuestro alrededor parece derrumbarse, la única forma de alcanzar ese balance es precisamente buscar en nosotros mismos aquello que es importante.

Naturalmente el dinero es esencial, pero no debemos ser esclavos del capital y mucho menos de la acumulación de la riqueza.

En Puerto Rico por ejemplo, hoy somos un mal ejemplo en términos del manejo de los fondos públicos y federales destinados a instituciones como el Departamento de Salud ante un intento descabellado de apropiación y malversación en medio de esta pandemia.

Al mirar al extranjero, vemos una presidencia inexperta, cuyos actos tardíos les han traído la desdicha y el desdén a centenares de miles de estadounidenses.

El no hacer las cosas a tiempo amparándose en intuiciones incorrectas de un presidente que aborrece el cambio climático, los ha llevado a confrontar unas circunstancias críticas en donde los efectos a largo y corto plazo los vemos diariamente en los principales canales nacionales de noticias.

Mientras que otras naciones en el mundo tomaron acción desde el primer momento que iniciaba esta crisis, Estados Unidos lo cogió a broma y no le dio la importancia indicando que eso estaba supuestamente contenido de algún modo.

Con todo el dinero del mundo, no lo pudieron detener. Tenerlo todo es a veces como no tener nada.

El tiempo de cada uno tiene que estar sujeto por cosas más profundas que el dinero.

Decididamente tenemos que trabajar, tener un ingreso y vivir de la mejor manera que podamos.

No perder de perspectiva que la vida, nuestra salud física y mental depende de esa noción. Tener más de lo que necesitamos con lujos y acomodo no nos garantiza absolutamente nada máxime ahora.

En la inmensa mayoría de las circunstancias, el dinero viene acompañado del poder y la mezquindad.

En estos días es preciso ver la negación de empresas que adquirieron fábricas de ventiladores en Estados Unidos con el único propósito de negarse a vender y distribuir estos artefactos en Cuba.

Intentan mantener su poderío monetario y político aun ante esta pesadilla global.

Distinto a cultivar la humanidad y estrechar lazos y buscar alianzas es todo lo contrario.

Ante todo, nuestra principal prioridad es cuidar de nuestra salud y la de nuestros familiares. 

Por lo que a pesar de todo, los insto a que manejen sus prioridades de acuerdo a un sentido humano. Un sentido en donde el dinero no sea más importante que la salud o la condición humana.

Siempre hay alternativas y puertas que se abren en el peor de los casos.

Cuando sientan que no hay luz al final del túnel, cierren sus ojos, mediten un poco, den gracias y respiren y exhalen lenta y profundamente. 

Al abrir lo ojos piensen en aquello que los hizo sentir alegría en un momento dado. Disfrútenlo y dejen en su espíritu la sensación placentera que en algún punto esto que nos sucede poco a poco se va a ir. Mientras tanto, nos mantenemos de pie, con Fe y esperanza sin pensar que el dinero son las muletas para seguir viviendo.

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