Le adjudicamos tal vez a la ciencia todas las respuestas posibles acerca de la verdad.
Es posible que de cierta manera nos equivocamos al asumir que el rol científico principalmente tiene que ver con la búsqueda de la verdad.
Aun cuando la ciencia intenta construir un conocimiento pleno sobre el cómo, cuándo y por qué funcionan las cosas naturales en nuestro mundo, lo cierto es que hay una infinidad de verdades.
Nos encontramos de pronto con la parte religiosa, los aspectos de Fe y esperanza que avivan el espíritu, los cuales la ciencia los pasa de largo y los mira de reojo pues no tiene una explicación científica sobre estos temas.
Visualizamos además la verdad que sugiere la parte cultural, la devoción, creencias y valores en áreas del mundo que no nos imaginamos que existen y que en ese sentido la presencia de la verdad sugiere en gran medida la subjetividad.
Sin embargo ¿qué sucede con la verdad política?
En lo que concierne a la política, la ciencia mira hacia el lado de la hipótesis y la validación de hechos naturales. No toca los aspectos relacionados al poder y el manejo colectivo de los pueblos.
Lo irónico es que dentro del escenario en el que vivimos hoy, la parte científica ha tenido que asumir un rol protagónico y presencial ante la magnitud del coronaviurus, COVID-19.
En Puerto Rico por ejemplo, la ciencia hace su aparición en distintas comparecencias públicas, con médicos o personal a cargo de la salud pública del territorio al igual que expertos en laboratorios y genética en medio de entrevistas y expresiones que se citan constantemente en las redes sociales.
Aparecen públicamente al lado de los exponentes de la política local instando las normativas referentes a lo que sucede día a día con este panorama del virus para informar entre otras cosas nuevos ordenamientos y leyes que cierran y cancelan las opciones de la vida normal ciudadana.
Pero lo cierto es que el gobierno no tiene muchas opciones.
Mientras los científicos en términos de la supervivencia en materia de salud pública se manifiestan nos llega de vuelta ese abismo fantasmal de la corrupción cuando se descubren almacenes repletos de medicamentos caducados desde que nos azotó el huracán María.
Hemos sido testigos en nuestra Isla además de la falta de empuje del escenario legislativo cuyos exponentes al culminar las conferencias de prensa en donde asisten muchos de ellos, se quitan las caretas y los guantes y comienzan a vacilar entre ellos.
No ha habido ni tan siquiera una legislación favorable hacia los empleos que se han quedado en el limbo cuando miles de trabajadores han perdido horas o en definitiva, sus empleos en ambos sectores; privado o público.
En medio de un proceso electoral que no va a ocurrir por estas mismas circunstancias, la gobernadora de facto incide en negar cualesquiera circunstancias de hallazgos o de hechos que pudieran tener un impacto negativo a su candidatura.
En todo caso, si pudiéramos ponderar las consecuencias de la verdad podríamos concluir que en lo que concierne a la vida política de nuestro pueblo no existe la veracidad sino la complicidad y el acomodo de las apariencias.
Al otro lado del charco, esas presentaciones teatrales de una presidencia que se ha consagrado a través de la mentira aparece cada día en las tardes para recitar lo bien que lo están haciendo y las consecuencias y estadísticas de quiénes hasta ahora aumentan la curva de muertos o positivos.
Vemos los ademanes del presidente y su lenguaje corporal mientras los medios nacionales lanzan sus cuestionamientos pero la verdad en este caso se queda flotando en algún lugar cuando cada respuesta resulta ser un atajo para salir del paso o la evasión del presidente alegando los mismos estribillos sobre una prensa que nunca le ha favorecido.
El desconcierto de esta administración es tal sobre el manejo de esta crisis que la mayoría de sus respuestas dependen de la afinidad política del presidente con ciertos Estados. Esto en medio de una Nación que se barajan el futuro y la vida de sus ciudadanos.
La incertidumbre y la falta de expresiones certeras de esta administración han puesto en la cuerda floja la conciencia ciudadana en Estados Unidos cuando los hechos sugieren la falta de verdad como estrategia para permanencia en el poder.
Es espantosamente negativo manejar los hechos cuando lo cierto es que esta presidencia conocía sobre esta amenaza prácticamente desde sus comienzos, en diciembre.
La verdad política es infalible y espantosamente negativa cuando los hechos sugieren y contradicen los manejos y las expresiones del gobierno y el estado.
En ese sentido, como decía mi abuela — con la verdad no se juega.
Lamentablemente estos políticos aun hoy no aprenden la lección.
Nota: primero, ¡gracias por leer!, segundo: deben estar informados y seguir las normas de salud para ustedes y sus seres queridos. No tomen riesgos innecesarios y por favor:
¡Muchos saludos a todos y que sigan bien!
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