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10/24/2019

Decisiones que cambian la historia


Ha habido momentos en donde los derechos básicos y fundamentales de nuestra vida ciudadana han estado en riesgo o colgando de un hilo en el transcurso de nuestra historia.

Gracias a procesos trascendentales que han roto esquemas, se ha podido trazar una línea en cuanto a decisiones judiciales que de haberse materializado, hubieran trastocado nuestras libertades tal y como las disfrutamos hoy día.

50 años atrás, el Tribunal Supremo de Estados Unidos marcó un precedente histórico con una de las decisiones más importantes en cuanto a la libertad de expresión.

El 24 de febrero de 1969, el Tribunal Supremo de Estados Unidos falló a favor de unos estudiantes como demandantes en el caso Tinker v. Des Moines al determinar que dichos estudiantes tenían todo el derecho de expresarse plena y libremente.

Los demandantes, tres estudiantes de escuela pública en Des Moines, Iowa, fueron suspendidos por llevar brazaletes en protesta por la política implementada por el gobierno de Estados Unidos en Vietnam.

John F. Stinker de 15 años, su hermana Mary Beth Tinker de 13 años y Christopher Eckhard de 16 años eran estudiantes de la escuela en Des Moines. Para diciembre de 1965, un grupo de adultos y estudiantes sostuvieron una reunión en la residencia de Eckhard.

El grupo determinó hacer públicas sus objeciones a la Guerra de Vietnam mediante el uso de brazaletes negros durante todo el periodo de vacaciones de Navidad además de ayunar el 16 de diciembre y el día de despedida de año.

Los Principales de la escuela de Iowa, al percatarse del plan de los estudiantes, quiénes llevarían puestos los brazaletes, adoptaron el 14 de diciembre de 1965, una nueva medida o política escolar en la cual cualquier estudiante que llevara ese tipo de artefacto puesto le solicitarían que se lo quitara. De no hacerlo, el estudiante sería suspendido hasta que lo hiciese.

De manera que los estudiantes fueron suspendidos.

Los padres de los estudiantes acudieron en auxilio a la Corte de Distrito para que intercediera con una orden judicial para que la oficialidad escolar y el consejo directivo desistiese de ese acto disciplinario. Del mismo modo solicitaron compensación por daños. 

Luego de una vista evidenciaría, la Corte de Distrito desestimó el recurso legal de los demandantes expresando que, en términos constitucionales, las autoridades escolares tenían base y fundamento para precaver cualquier disturbio relacionado a la disciplina escolar.

Hubo algunos intentos jurídicos adicionales en donde al no haber una determinación formal, la decisión que prevaleció fue la orden de desestimación.

El Tribunal Supremo en una decisión dividida de 7-2 les concedió a los demandantes un certiorari revocando las determinaciones judiciales de los foros judiciales de menor jerarquía.

En la opinión del más alto foro judicial se destacó entre otras cosas, lo siguiente:

En nuestro sistema, las escuelas manejadas por el Estado no pueden ser sedes para el totalitarismo. Los funcionarios oficiales de la escuela no poseen autoridad absoluta sobre sus estudiantes. El Estado debe respetar derechos fundamentales de los estudiantes, al mismo tiempo que ellos deben respetar sus obligaciones para con el Estado. En nuestro sistema, los estudiantes no pueden ser considerados recipientes de sólo aquello que el Estado quiere comunicar. 

La expresión oficialmente aprobada por la oficialidad no puede limitar expresiones estudiantiles. 
 

En ausencia de una razón constitucionalmente válida que haya mostrado un motivo para censurar las expresiones de estos estudiantes, ellos están en todo su derecho de expresar libremente sus visiones.

50 años después, esta decisión sigue siendo un precedente importante sobre todo en una era en que se dilucidan aspectos trascendentales de la vida y las libertades.

La visión de esos estudiantes fue clave para hacer valer su voz, cambiar el curso de la historia y establecer parámetros sociales con una visión de mayor compromiso y justicia al igual que las opiniones a pesar de la disidencia de dos Jueces Asociados en establecer la ruta correcta para una expresión con todas las garantías legales sobre la libertad.

Ejemplos que tienen un impacto global como el de Greta Thunberg, adolescente sueca que inició en agosto una protesta solitaria para exigir a políticos acciones concretas contra el cambio climático, establece nuevas normas y estrategias que no se pueden pasar por alto.

La estudiante con tan solo 16 años decidió faltar cada viernes al colegio para sentarse con una pancarta frente a la sede del Parlamento de Estocolmo.

Desde entonces, más de un millón de niños y adolescentes se han unido en aproximadamente 100 Países en protestas sobre el cambio climático.

Activistas y estudiantes jóvenes en la escuela secundaria de Parkland en Florida, donde 17 jóvenes fueron asesinados junto a empleados en un tiroteo masivo le han exigido al congreso republicano la prohibición de armas de asalto.

El 24 de marzo de 2018, estos estudiantes convocaron una marcha denominada “March of Our Lives” en pro de la eliminación de las armas de asalto en Washington D.C. Se estima que alrededor de 1.2 millones de personas asistieron y se expresaron alrededor de toda la Nación siendo la concentración más grande en la historia de Estados Unidos.

 Podemos seguir relatando incidentes y circunstancias sociales en donde jóvenes han creado una conciencia ciudadana que es vital para la sana convivencia. Cosa que se traduce, no tan solo para Estados Unidos sino para el mundo entero en un intento por la búsqueda de la paz y la justicia.
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