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8/19/2019

Me parte el corazón Río Piedras…


Me parte el alma las condiciones en que se encuentra una ciudad que atesoré tanto.

Calles solitarias repletas de suciedad y falta de limpieza. Es como estar en algún sitio que se ha convertido en ruinas.

Paseo de Diego en Río Piedras
El Paseo de Diego, abandonado y aislado cuyos comercios cerrados parecen un pueblo fantasmal y deshabitado.

Solo algunos puestos de vegetales y verduras además de una que otra tienda con escasa ropa en ganchos sobresalen de sus entradas.

Lo que era un cine mucho tiempo atrás
Las estructuras, muchas de ellas destrozadas con la huella cruel de un huracán que nos transformó a todos y por supuesto, los seres humanos resquebrajados por la miseria, habilitan con sus pasos enfermos el lugar como si fuesen muertos en vida.

Al menos, la Universidad de Puerto Rico (UPR), permanece hasta ahora—no sabemos qué pasará en el futuro—como un estandarte que de algún modo le da un poco de soplo de vida a la ciudad.

Pero con todo y la UPR, la mayoría de los recovecos, calles, callejones, aceras y encintados se encuentran en un total deterioro y abandono.

La Plaza del Mercado ha sobrevivido todas estas décadas y a pesar de todo, vive en los alrededores de una ciudad que se desmorona poco a poco.

Don Jaime Massanet, dueño de la carnicería La Mía en la Plaza del Mercado de Río Piedras
Precisamente allí conversé con muchos comerciantes, pero uno en particular me llamó la atención. Don Jaime Massanet, quien a sus 90 años trabaja su negocio desde horas bien tempranas, cortando las carnes, sumando y restando sin pensar que su pueblo amado está realmente al borde del colapso.

—Hasta que esto dure—me decía Don Jaime con esa mirada esperanzadora pero realista que desde muy joven desarrolló junto a su padre la Carnicería “La Mía” en la Plaza del Mercado.

Realmente, para aquellos que vivimos la época de oro de Río Piedras nos resulta extremadamente doloroso pensar en lo que se ha convertido la ciudad.

La Tertulia, librería insigne desapareció de momento, las demás sobreviven con la venta de libros escolares y universitarios que se dan al comienzo de la temporada académica.

Pero todos sabemos que las transformaciones de estos tiempos alterarán para siempre esa estancia de libros que para muchos de nosotros han llenado nuestro espíritu desde muy jóvenes.

A veces, quisiera regresar atrás y verme caminando con mis panas discutiendo de filosofía en La Tertulia o comprando una novela en la Librería Universitas, que ya no existe. 

O de otro modo, verme entrar a la famosa tienda militar que se imponía en una de las esquinas de Capetillo frente al Corral de la Autoiridad Metropolitana de Autobuses (AMA). 

Pero ese tiempo pasó. No va a regresar.

Sé que nada es igual y Puerto Rico ha cambiado. Pero a pesar de los cambios, la inacción de aquellos que han tenido en sus manos hacer algo, me revienta el alma y me da mucho coraje.

Décadas de robo, malversación y politiquería han llevado a Río Piedras lo que es hoy en día: una ciudad que se destruye poco a poco.
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