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1/19/2019

A veces pierdo el camino…

Ver con claridad la ruta que debemos seguir resulta en ocasiones extremadamente difícil. Sobre todo en esta época cuando todo se ha transformado en un abrir y cerrar de ojos.

¿A qué estamos expuestos?


Foto: Ian Clark / Flickr / Tablet Social Media

Somos parte de una red que nos conoce. Sabe nuestros gustos y nuestras pasiones. Utiliza algoritmos para establecer sugerencias basados en nuestro perfil y además conoce lo que compramos y nos gusta.

Conoce además nuestras opiniones y nos muestra una ruta certera acerca de las expresiones o nuestras búsquedas u otros modos de comunicación.

Una interface que hasta cierto punto asusta y que para algunos (incluyéndome) lamentablemente no hay vuelta atrás.

En ese sentido es como ser parte de un mundo interactivo y vigilado en donde en cualquier sitio, a cualquier hora, minuto o segundo se establecen parámetros estadísticos que nos acercan a complementar intereses, sean estos financieros, sociales o políticos.

Y eso está en pañales. ¿Se imaginan de aquí a 20 años?

La inmediatez

 
Foto: Rafael Rigues / Flickr / YouTube

Lo que acontece lo vemos al momento. Nadie está exento. Los medios electrónicos viajan por niveles que al menos en mi caso jamás me imaginé que llegarían tan rápido.

Lo que hagas puede estar colocado en las redes al momento. En segundos. Un accidente, un delito, un momento bochornoso; lo que sea, puede ser materia interactiva sin mediar absolutamente nada.

Si se transforma en algo viral, tu nombre va a rodar por cientos de miles de seres humanos que lo habrán de compartir sin piedad hasta que se muera por el cansancio o porque algún otro ocupó su lugar.

De eso no podemos escapar. A pesar que hay cosas positivas puesto que de la misma forma delincuentes han quedado retratados, políticos han visto destruirse sus carreras destruirse en minutos y los sistemas autoritarios han quedado plasmados en vídeos en donde en algunas instancias las consecuencias han sido trágicas.

AI


Foto: Thierry Ehrmann / Flickr /Artificial Intelligence

Inteligencia Artificial (AI por sus siglas en inglés) le pude devolver el pánico cualquiera. Recientemente mi hijo, que es Ingeniero me hablaba de una entrevista que vio de Elon Musk donde expresaba que su mayor temor era que en la evolución del hombre, en la medida que este fue creciendo intelectualmente, fue desplazando a todos aquello que entorpecía su crecimiento, reduciendo su ecosistema a su conveniencia. 

En ese sentido, cuando un sistema que tiene las características para pensar millones de veces más rápido que el ser humano—¿quién puede asegurar que no nos pase lo mismo?

Te dicen—“es que tú siempre le estás dando crédito a esos cuentos que parecen de tirillas cómicas o películas de ciencia ficción”

Hace poco un sistema de Inteligencia Artificial en Facebook desarrolló su propio lenguaje. Finalmente tuvieron que desconectarlo. No es un cuento y mucho menos una película.

Eso está. Y se desarrollan robots que se manejan con piernas y brazos. Diseñados para la milicia, los cuales pueden cargar un peso indeterminado y caminar a través de millas en terrenos que a un ser humano se le haría imposible. Imaginen un ejército.

Drones, cohetes y misiles manejados desde un escritorio, cuya mira digital es extremadamente precisa y destructiva. Y vehículos que prácticamente operan sin el esfuerzo humano.

Obviamente no todo es negativo. Adelantos en la parte de la salud inciden bajo estos mismos términos. 

Pero el hecho de crear sistemas que pueden aprender y comprender sobre sus mismos errores es indudablemente peligroso en un mundo en donde el poder y la avaricia política dominan el espectro nacional.

El Discurso


Foto: Darron Birgenheier / Flickr / Donald Trump in Reno, Nevada

Un 33% de la población norteamericana cree ciegamente en el discurso presidencial actual. 

Los hechos no cuentan. La verdad se tergiversa y las expresiones del Presidente cada día más operan dentro de ese oscuro mundo donde nace el odio y la represión. 

Nada más hay que ver el asunto migratorio y el empoderamiento de un discurso acerca de un muro mientras ha secuestrado gran parte del gobierno federal.

Cada día que pasa se le cierra el cerco (de ello hablaré con ustedes más adelante) y se pone en entredicho una presidencia que jamás debió ser.

Con un operativo mediático de unidades de expresión pública falsas, con elementos que han trastocado el ordenamiento electoral, fomentando estrategias en cuartos oscuros para desmantelar la dignidad de la candidata de la oposición llegó al poder una persona que no posee los más mínimos criterios de sensibilidad y conocimiento para manejar una nación que hoy se estremece ante el mundo precisamente por sus malabares raciales.

Así su equipo estratégico, mancillado por actos de corrupción y entretelas políticas para desacreditar, compraron las elecciones permitiendo el chantaje de naciones que son totalmente opuestas a nuestro ordenamiento civil, que penetraron y colocaron sus fichas a modo de cernirse con una marioneta en el poder que podían manejar fácilmente.

Y eso es una desgracia pero además es temiblemente peligroso en tanto y en cuanto sus partidarios se han convertido en su sombra y el eco de un discurso que el universo global rechaza constantemente.

A esto hay que añadirle el efecto de la diseminación de ese mismo discurso cuya filosofía propaga estrategias de extrema derecha y cuyos vínculos se establecen como un ejemplo de una nación anti-inmigrante.

Esos mismos portavoces se han colocado como estandartes en otras partes de Europa escondiéndose en la diatriba y la demagogia de la seguridad nacional cuando la realidad es que es un discurso fascista.

La Esperanza


Foto: Ralf Steinberger / Flickr / A Candle for a Wish Come True

Aun así debemos mantener la esperanza. No todo está escrito y a la larga la verdad prevalecerá. 

Ante un mundo cuyos cambios trascendentales nos asechan, tenemos la obligación de ser firmes en nuestras convicciones y buscar el bien común. Lo que uno hace por una persona se traduce en un bien que se propaga.

Nuestra voz debe ser verdadera y debemos de un modo u otro estar atentos, lejos de esa indiferencia colectiva que nos mata poco a poco.

Debemos ser dignos y ejemplos para una generación que crece con otros órdenes tecnológicos y que nunca olviden y mucho menos menosprecien la humildad y la humanidad.

Es la única manera que los pueblos y los individuos podamos continuar nuestra jornada aunque a veces, como me pasa a mi; se me pierde el camino algunas veces...
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