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2/26/2020

Editorial de La Otra Cara: Más que un crimen de odio, es la maldad.



En días recientes unos jóvenes mientras transitaban su vehículo lentamente, llegaron al lugar donde vivía como una persona indigente, una transexual.

Desde el carro le gritaban improperios, se burlaban y se reían. Hasta que uno de ellos luego de haberle amenazado y gritado que le entraría a tiros, se bajó del auto y la acribilló a balazos.

El cadáver de Neulisa Luciano Ruiz fue hallado en la madrugada de hoy con múltiples impactos de bala.

La víctima había llegado a un comercio de comida rápida y entró al baño de mujeres. Alguien se percató que ella usaba un espejo y colocó en las redes sociales como si lo utilizara para ver otras personas en los baños.

Lo que generó una intervención de la policía la cual determinó que ella utilizaba dicho espejo para saber quién se le acercaba por detrás.

Pero ya, lo que se comentaba en las redes se había vuelto viral, sin ella saberlo. Comentarios despectivos, amenazas y burlas eran solo parte del contenido que ya caminaba con numerosos usuarios.

De modo que estos jóvenes decidieron ajusticiar esta persona, disparándole de cerca en más de cuatro ocasiones. De hecho hay un vídeo del incidente en donde se escuchan las detonaciones.

Además de ser trágico, este evento en particular nos trae nuevamente esa discusión que nadie quiere tener en Puerto Rico: ¿por qué no podemos aceptar la diferencia?

¿Por qué vivimos en una sociedad tan retraída y discriminatoria en cuanto al género se refiere?

¿Por qué tanta intolerancia?

Sencillamente porque somos ignorantes.

Esa es la verdad. Ya no se puede tapar. 

Vivimos en una sociedad en donde el acoso es la orden del día, donde se discrimina en áreas tan susceptibles como lo es el género y se estigmatiza. Se le pone el sello y se jodió.

Si es homosexual, es un maricón. Si es lesbiana, una marimacha. Si es transexual está destinada a padecer las más crudas consecuencias que se pueden imaginar. Esa es la realidad puertorriqueña. 

Un lugar en donde hemos aprendido a rechazar profundamente dichas tendencias ya sea por machismo, crianza o amistades.

Ni tan siquiera en el Código Penal en Puerto Rico, este tipo de asesinato está tipificado como crimen de odio.

En nuestro universo diario, estas personas están fuera de nuestro ámbito social y el mundo que nos rodea.

Puerto Rico tiene que comenzar un proceso verdadero de transformación. 

Comenzando en los grados primarios en donde la educación sexual sea requisito dentro del currículo académico.

Pero esa educación tiene que abrirse a lograr una sociedad de avanzada en la cual podamos vivir y aspirar a la felicidad no importa el perfil de cada ser humano. Esa debería ser la norma, comenzando con la crianza, la educación y un gobierno que tenga el valor de aceptar, proteger y brindarle justicia a todos y cada uno bajo nuestra Constitución.

Lo que le sucedió a esta persona transexual, nos pone al descubierto ante el mundo como un lugar arraigado en unos preceptos erróneos, que en el mundo de hoy jamás deberían tener cabida.

Este asesinato coloca a un sector de nuestra juventud del otro lado del amor y la bondad. Los separa de un renglón que advierte que existe una maldad que hasta este momento nunca imaginamos que podría darse en Puerto Rico.

La sangre fría y calculadora, la burla y el desprecio hacia la vida de otro ser humano, el acto de matar y mientras se comete el asesinato, grabarlo, colocarlo en las redes demuestra la carencia total del valor moral a nuestro prójimo.

Eso en particular es escalofriante...

Pero esto le salpica directamente al gobierno. A un cuerpo legislativo que en días recientes nombró para presidir la Comisión de Ética en la Cámara de Representantes a una fanática religiosa que en reiteradas ocasiones ha repudiado la diferencia o la libertad de género.

Una persona cuya propuesta de “Libertad Religiosa” profesaba los mismos aspectos discriminatorios para personas públicas o privadas ya sea en comercios o en agencias del estado, para que tuvieran el apoyo del gobierno al rechazar atender a cualquiera desde el punto de vista de su género.

Al menos ese Proyecto nunca se materializó.

Pero esa tendencia es un reflejo de un gobierno que no quiere aceptar que hay lugares del primer mundo que han aceptado, internalizado y trabajado enmiendas que le dan plena libertad a la diferencia de género para que sean personas totalmente libres y con todas las garantías de dignidad que debe tener cualquier ser humano.

En mi carácter personal ruego porque en lo que me reste de vida, no tuviese que ver, leer o presenciar un acto de tanta maldad como lo que trágicamente hemos visto en días recientes en mi amado terruño.

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