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3/11/2019

En la cuerda floja: Donald Trump


El 27 de febrero pasado, compareció Michael Cohen, ex principal asesor legal del presidente Donald Trump ante el Congreso de Estados Unidos.

Una ponencia extensa en la cual su testimonio ha puesto en entredicho un sistema de gobierno presidencial cuyos actos pueden y deberían tener consecuencias legales a largo o corto plazo.

El grupo republicano por su parte intentó destruir ante las cámaras de televisión la reputación de este abogado, infiriendo que el haberse declarado culpable y haberle mentido al Congreso como a los fiscales federales luego del allanamiento que hubo en sus oficinas y apartamento, su declaración no tenía un ápice de credibilidad.

Presto a cumplir una sentencia de tres años, el grupo republicano en el Congreso utilizó esa carta como punta de lanza para tratar desesperadamente de desprestigiar su testimonio.

Lo que no pudieron comprender es que ya no era meramente la palabra de Cohen contra la palabra del Presidente. Por ejemplo, en dicha vista se proyectaron cheques firmados por el propio Trump sobre cantidades reembolsadas a Cohen por el pago de soborno a mujeres que afirmaron haber sostenido relaciones íntimas con el presidente previo a su campaña.

Antes de esta comparecencia y a partir de su sentencia, el Juez Andrew Napolitano, consultor y analista legal para el programa de Shepard Smith en la cadena de noticias Fox News indicó lo siguiente:

Le pregunta Shepard: ¿Qué hemos aprendido?

Juez Andrew Napolitano: 
Hemos aprendido que los fiscales precisamente aquí en la ciudad de Nueva York; no estoy hablando del equipo de Robert Mueller, fiscales de carrera aquí en la ciudad de Nueva York, tienen evidencia que sostiene que el Presidente de Estados Unidos cometió un delito grave pidiéndole a Michael Cohen que violara la Ley.

Le pregunta Shepard: Pero ¿Cómo lo sabemos?

Juez Andrew Napolitano: 
Ellos comparecieron ante un Juez Federal. Bajo las reglas, no pueden expresarse o comparecer ante un magistrado federal a menos que no haya evidencia contundente sobre unos hechos. 
Ante ese panorama y al expresarlo ante un Juez Federal, implica que estos Fiscales tienen una ruta trazada para esta evidencia. 
Son los Fiscales que procesaron a Michael Cohen. Los que le indicaron al Juez Federal que el presidente, Donald Trump orquestó estos pagos ilegales.  
Son los mismos que llegaron a un acuerdo con AMI, la empresa matriz de National Enquirer, la cual es el eje central en donde se encuentran los pagos a estas dos mujeres que afirman haber sostenido relaciones con Donald Trump y en esa misma línea que conecta todo esto, quien está al otro extremo es el propio presidente. 
Estos Fiscales han dicho con toda esta evidencia, que el Presidente cometió un delito grave. 
El delito es haberle pagado a Michael Cohen para que cometiera un acto delictivo. Es algo bastante básico: A le paga a B para que le dispare a alguien. A es tan responsable como B; como si apretara el gatillo. 
Usted le paga a alguien para que cometa un crimen. Ese alguien lo comete. Usted es tan responsable como la persona que lo realizó.

Le pregunta Shepard: ¿Cómo toma esto?

Juez Andrew Napolitano:  
Con mucha gravedad.
 El presidente Trump ha expresado que ha sido exonerado. Tengo que creer que lo dice por cuestiones políticas porque de otro modo está escapando de la realidad.  
Está en la mirilla de los Fiscales Especiales, Oficina que está dentro de su propio Departamento de Justicia. 
Robert Mueller en Washington, los Fiscales Especiales en el Distrito Sur, aquí en la ciudad de Nueva York y ni tan siquiera hemos comenzado hablar del asunto de Rusia, que aun cuando el presidente lo ha negado reiteradamente, Michael Cohen ha expresado haber estado presente durante la negociación de ciertos acuerdos entre él mismo y Vladimir Putin entre enero a junio de 2016. 
La negociación en sí misma no es un crimen. Pero cuando presumimos que él va a ser el candidato republicano en las próximas primarias, es profundamente inquietante aliarse con una potencia extranjera, siendo presidente de Estados Unidos con la única intención de construir un Hotel.

Cuando pensamos en todo lo que ha acontecido, no debemos olvidar la destrucción de su círculo más íntimo, aquellos que fueron sus estrategas para cuadrar las elecciones. Toda esa evidencia está en un punto de ebullición, por lo cual esperaríamos la destrucción inevitable de su presidencia.

Irónicamente no es así. Cuenta todavía con más de un 46% de aprobación y en algunos casos más todavía. En ese sentido, Donald Trump ha establecido unos parámetros de opinión pública que exceden la métrica tradicional y se basan en el puro fanatismo.

Ha logrado internarse en la mente de miles y miles de norteamericanos que piensan y repiten su retórica sin pleno raciocinio. No siguen un gobierno, ideología o un estado de derecho para cualquier ser humano. Siguen una persona, la escuchan y creen fielmente lo que les diga. No importa que sea discriminatorio, racial o de género, siempre lo van seguir.

En ese aspecto, pensar que aunque pueda perder las elecciones, haya una transición pacífica, está por verse, toda vez que su propia retórica se va a encargar de alimentar esas mentes con la supuesta injusticia que le han hecho creer, los ataques hacia su persona y por supuesto, la alegada cacería de brujas hacia su presidencia y sus allegados.

Allegados que hoy son convictos, se han declarado culpables o su testimonio evidencia transacciones de carácter ilegal que propende a vincularlo directamente a él y a la Casa Blanca. Mientras sus expresiones se mantienen con mentiras y falsedades que a la larga podrían ocasionar una conmoción civil.

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