Ayer viernes, comenzaba a realizar los primeros bocetos escritos sobre una actividad que cubrí como fotógrafo urbano en donde se le rendía tributo a la ‘rumba”. Un modo cultural de definir nuestra trascendencia y nuestras raíces a través del sonido de los cueros y los coros musicales que estremecieron cada rincón del pueblo de Cataño, acá en Puerto Rico.
Pero cerca de las dos de la tarde; al igual que ocurre cuando una tormenta se posa sobre nosotros y una nube oscura cubre nuestra humanidad; así llegó la noticia de un ataque a dos mezquitas en Nueva Zelandia en donde murieron 49 seres humanos.
Lo único que pasaba en mi mente era simplemente una pregunta: ¿cómo puede haber tanto odio? ¿cómo...?
Utilizando las redes sociales como punta de lanza, Brenton Harrison Tarrant se grabó desde que abrió el compartimiento trasero de su vehículo, agarró sus armas de alto calibre, penetró las facilidades de estos centros religiosos y abrió fuego indiscriminadamente.
En la mezquita de Al Noor, el pistolero asesinó a 41 personas y en las afueras de la ciudad, en el suburbio de Linwood, este hombre mató a sangre fría a siete personas. Una persona adicional murió en el hospital como consecuencia de las heridas graves y 48 personas están recibiendo tratamiento médico y están al presente en condición crítica, incluyendo niños.
Tal y como lo han presentado los medios de noticias; definitivamente las palabras cuentan. Las palabras, las expresiones, sobre todo cuando nacen de los labios de los que se suponen mantengan un liderato de honra y dignidad ante sus ciudadanos.
Desde que inició la campaña del presidente de Estados Unidos, los ataques verbales a la comunidad musulmana, inmigrante, hispana, latina o de cualquier tipo de diversidad de género no se han hecho esperar.
Tal y como lo expresó Andrew McCabe con Bill Maher en su pasado programa, es sumamente preocupante la interpretación por los mensajes que da esta administración en particular a las referencias inmigrantes, raciales o de género.
Es realmente perturbador cuando podemos pensar en personas que toman esas expresiones, no ya como un mero mensaje o discurso sino como un llamado a llevar a cabo como ellos mismos dicen una “acción afirmativa”.
Cuando en plena campaña se intenta promulgar normas y leyes en contra de la comunidad musulmana; cuando en conferencias de prensa y comparecencias en auditorios se dirigen ataques verbales o de índole racial y por supuesto cuando se atesoran asociaciones que producen armas de fuego, definitivamente esos son los resultados.
Toda esta retórica de estado, se ha esparcido fuera de la frontera norteamericana. Un lenguaje presidencial que incita a perpetradores y pistoleros a que realicen actos barbáricos y que en definitiva pertenecen a una teología nacionalista que nace de una creencia donde la supremacía blanca tiene luz verde para actuar sin medir consecuencias.
Afirmar que tiene a la milicia, policías y motociclistas con él intuyendo que si algo sucede las cosas van a ir “muy mal” es una amenaza muy seria sobre todo viniendo de aquellos que no toleran la diferencia y la diversidad.
Radicalmente diferente a la retórica del presidente Trump, la Primer Ministro de Nueva Zelanda, expresó en una Conferencia de Prensa que inmigrantes habían escogido precisamente a Nueva Zelanda como su hogar —“y este es su hogar”, expresó ella.
Además, al tener evidencia sobre la adquisición de la licencia de armas de fuego del asesino en 2017 sin contar todos sus mensajes de odio y culto a la supremacía blanca, la Primer Ministro, Jacinda Ardern dijo de forma tajante y seria que —“una cosa es segura, las leyes sobre las armas van a cambiar”.
Ese es el tipo de liderato que uno espera.
Desgraciadamente, el odio siempre va a existir. Lo que no debería haber es una inyección letal de mensajes y expresiones que alimenten ese discurso.
Oratorias desafortunadas con ataques directos a la prensa; la burla despiadada en las redes, mensajes en forma de tweets con el fin de desprestigiar nuestras instituciones, mientras se intenta mantener un círculo íntimo de farsantes y estafadores evidencian un gobierno que hará cualquier cosa por mantenerse en el poder.
No se van a ir fácilmente.
Esta presidencia norteamericana es responsable en tanto y en cuanto ha convertido en himno de campaña la violencia y la división, los muros y la burla como por ejemplo: “países de mierda”, sin hablar de los ataques a las instituciones estatales y federales que guardan nuestros principios y derechos más sagrados.
Vídeo cortesía de CBC News.
Vídeo cortesía de CBC News.
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