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1/25/2020

Las redes como un arma social y política

Foto: https://www.flickr.com/photos/mrshoes/

Cuando analizamos las redes sociales entramos dentro a un paraíso entre comillas donde el cielo para ser el límite.

Nos conectamos, socializamos con amigos, nos relacionamos con parientes que no hemos visto en décadas o nos entrelazamos con seres humanos cuyos intereses personales o profesionales de cierto modo se conjugan con los nuestros. 

Al acceder a las redes, nos adentramos a un universo de información que es casi infinito. Por ejemplo si desea saber la naturaleza molecular de una cebolla basta con utilizar uno de los navegadores disponibles o el que más le guste y seguramente habrá de encontrar la respuesta.

En lo que respecta a la enseñanza virtual, la educación en línea poco a poco nos ha atrapado y cada día coge más auge. Poco a poco los libros se han transformados en lecturas a través de una tableta o un celular.

En la industria ni hablar. 

Pero hay otro renglón sobre el cual muchas veces pasa desapercibido, pero está latente hoy más que nunca, y es el efecto social y político.

La inmediatez de las redes y los accesorios electrónicos con el nivel digital accesible a nuestras manos nos coloca en segundos ante los escenarios más inverosímiles pero reales. 

Robos, asesinatos, peleas y trifulcas aparecen al momento ya sea en fotos, mensajes de texto, noticias que rompen en segundos o videos por mencionar tan solo algunas fuentes de información.

De cierto modo dejamos de ser la generación que leía un periódico o veía las noticias de la tarde. En cambio, nuestro universo social camina con el celular en mano donde las aplicaciones le notifican al momento de cualquier incidente, evento, una foto nueva, tal vez o un podcast, un clip animado que nos mantiene al filo de la corriente social.

Sin pensar en la parte oscura o la pornografía en donde ese universo es plenamente inconcebible.

Pero más importante aun es cómo estas mismas redes se han transformado en un vehículo político para desgarrar los poderes del estado.

Ciertamente nuestro pueblo se ha hecho notar en un medio sobre el cual nuestros políticos pueden esconderse o taparse con la demagogia tradicional ya que las mismas redes los descubren, los exponen o los delatan.

Distinto a mi época, nuestra generación permaneció durante décadas sumisa y suscrita a los medios tradicionales, controlados por estos políticos, escondiendo sus verdaderas agendas para no comprometerse o verse inmersos en cualquier controversia.

Con el tiempo, tristemente nos hemos dado cuenta que en efecto no tienen intereses genuinos para con bien común de nuestra sociedad. A través de los años se han enriquecido, han fortalecido sus influencias para perpetuarse en sus sillas y han vivido y lo hacen todavía a base de mentiras, promesas falsas y engaños a la ciudadanía.

Con los recientes acontecimientos del verano 2019 o este presente que vivimos, cuestiono si en mi época hubiesen existido las redes como las conocemos hoy día; ¿qué hubiese pasado? Una sola respuesta viene a mi mente: Puerto Rico sería un lugar radicalmente distinto.

¿Podríamos aun por algunos minutos detenernos a pensar e imaginar que hubiera sucedido si en tiempos del Cerro Maravilla y los asesinatos de los jóvenes independentistas hubiese existido Facebook, Twitter, Instagram o Pinterest?

¿Hasta dónde hubiese llegado?

¿Cuántos políticos de nuestra época hubiesen caído en desgracia al ser expuesta su verdadera personalidad o circunstancias en extremo embarazosas o repudiables?

¿Si en la huelga de la Universidad de Puerto Rico en 1981 con Roberto Alejandro hubiese existido Youtube y haber podido ver de primera mano el abuso policial en contra de estudiantes?

¿La muerte de Antonia en un hospedaje en Río Piedras, expuesto ante el mundo de las redes como un vil asesinato?

Todo hubiese cambiado. Sin mencionar otros incidentes que nos han trastocado a través de la historia. Hechos que han tocado de cerca nuestras emociones, nuestros círculos sociales y políticos a los cuales pertenecemos.

Pero gracias a Dios que existen las redes.

El mundo político local de nuestra Isla está a merced de un tipo de vigilancia social y ciudadana que no va a claudicar. 

Pero eso es lo que se han ganado.

Ya ese discurso oficial de partido se ha quedado tradicionalmente en la fibra con los soldados de fila que componen los partidos políticos principales. En esencia son expertos disfrazando la verdad.

Desde el famoso chat que se transformó en un movimiento para sacar a Ricardo Rosselló y sus más cercanos allegados al igual que los almacenes del sur, que hoy son objeto de una llama que comienza a incendiar el gobierno de Wanda Vázquez.

El poder de convocatoria, la evidencia implícita que vemos día a día minuto a minuto en nuestras pantallas electrónicas desacreditan y desmienten el discurso oficial del gobierno. 

En ese sentido, las redes sociales se han convertido no tan solo en un pasatiempo sino en un fusil virtual cargado de información que muy bien al desplegarse puede agrietar cualquier componenda de gobierno.

Ya lo vivimos y puede pasar de nuevo.
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