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2/18/2012

Jueces en la madrugada

Don Basilio, justo antes de comprar su café

En momentos donde gran parte de la gente duerme o mientras se preparan para emprender su jornada de trabajo, hay algunos que se sientan en el borde de la acera, frente a la estación de gasolina Puma de mi pueblo, no tan solo para tomar café sino para analizar lo que acontece en Puerto Rico.

No son ejecutivos o académicos, mucho menos intelectuales. Tampoco son catedráticos y Dios los salve de pensar por un segundo como analistas políticos.

Es gente que día a día llegan en la madrugada para trabajar ya sea en, jardinería, botando la basura o pintando residencias. En mi caso me llaman “el político”. 

Son hombres sencillos que están muy lejos de esa visión hipócrita en la que se mueve un sector de la sociedad puertorriqueña.

Son ellos con los cuáles me siento mientras el aroma del café nos inunda el entorno mientras hablamos de política.

Dentro de esa tertulia de madrugada, nuestra sentencia es final y firme y nuestro juicio sobre el acontecer diario se dictamina como si estuviésemos en un estrado. De manera que sentados en la acera a pesar que sean escasos segundos, podemos ser Jueces. 

Sentenciamos al más lindo, al más feo, repudiamos la injusticia y la corrupción. En una isla llena de situaciones donde los políticos se han robado el País, no nos queda de otra que disfrutar el pocillo mientras nos desahogamos en la madrugada.

A veces llegan los partidarios, los que hablan de las intimidades de los candidatos y créanme nos quedamos sin habla por varios segundos.

Aparte que ya no es lo mismo, algunos han dejado de trabajar, otros se han mudado, desde el 2013 tengo la costumbre de sentarme y conversar con los que aun se han quedado.
Don Basilio por ejemplo, estaciona su guagua justo a las 5:00 de la mañana. 

Hay quiénes ya se han retirado pero siguen acudiendo a nuestras tertulias. 

En esta etapa de mi vida me he retirado un poco. 

Puerto Rico ha cambiado y Yo no soy el mismo. Hay muchos temas en el tintero de la acera todavía. Pero el trabajo diario y otras responsabilidades me han alejado de la estación.

Pienso en todo aquello que hemos atravesado como pueblo y precisamente el asunto de los almacenes descubiertos ayer ha inundado mi espíritu de rabia y mucho coraje.

Es una sensación difícil de describir. 

Pero salta a la vista la impunidad. La forma y manera en que se despachan los políticos con el sufrimiento humano nos deja sin palabras, en silencio sin pensar que los visuales recorrieron el mundo entero. 

Pero no aprenden. No comprenden lo que sucedió apenas en el verano pasado. No respetan a este pueblo, lo subestiman y piensan que el colectivo mientras se mantenga dentro de ese bipartidismo enfermo todo está bien.

No saben ellos que se equivocan.

Cada acción tiene consecuencias. Máxime ahora cuando las redes se han  transformado en una herramienta colectiva poderosa que transforma el rumbo político de cualquier lugar.

Pero sobre ese tema habré de escribir más adelante.

Mientras, aunque cuando sea desde lejos, Don Basilio siempre me extiende su brazo y me saluda cada vez que me ve. Yo le extiendo el mío, ya que a pesar del tiempo y el espacio nuestro vínculo en la madrugada seguirá en pie a menos que cualquiera de los dos no esté presente.

2 comentarios:

  1. Al menos tu tienes la oportunidad de disfrutar esos ratitos... No todo el mundo se puede dar ese lujo. Aprovechalo Sr. Juez

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  2. Gracias por por seguir este intento...! Esos ratitos valen por siempre...

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