Foto de José Carlo Burgos / 14 de enero de 2013 / Toma de Posesión de Carmen Yulín / Alcaldesa de San Juan |
A siete meses antes de las elecciones, el
Partido Popular Democrático la tiró como cuando los romanos lanzaban los
profetas a los leones en su coliseo. El escepticismo marcó de entrada su deseo
de aspirar a la alcaldía, enfrentándose tal vez en aquel momento al meas fiero
de los guerreros del partido contrario.
Pero, así las cosas, tal y como lo hizo
David cuando venció a Goliat con una pequeña onda, Carmen Yulín destrozó las
aspiraciones de un alcalde a ser reelecto y lo dejó llorando días después
cuando éste tuvo que aceptar con lágrimas en sus ojos una derrota dolorosa.
Para él, peor aún; sobre el hecho inmaculado que quien le quitó su flamante
alcaldía fue una mujer…
La victoria de Carmen nos coloca a cada
uno de nosotros en un punto de consenso y unidad donde sectores que jamás se
hubiesen acercado a un partido cuyo matiz ideológico se enmarca dentro de una
estructura obsoleta y colonial se unieron no tan solo para votar por ella sino
para establecer puntos y alianzas que son esenciales en un país que está en el
borde de la desesperación.
La caída de Fortuño que comenzó con la
derrota de la enmienda constitucional, ha sacado a la luz un evidente rechazo a
un gobierno de gente racista, con un lenguaje lejano y elitista, centrados
dentro una copia republicana y discriminatoria donde los únicos que prevalecen
son aquellos como Rodríguez Ema cuyo pensamiento en uno de los momentos más cruciales
dentro la huelga universitaria hacia los estudiantes fue “sacarlos a patadas de
la universidad”. En contraste, la nueva alcaldesa, cuando todavía ni aspiraba a
dicha contienda de San Juan, les llevó comida a los estudiantes, se quedó con
ellos y en su toma de posesión le solicitó al gobernador electo la eliminación
de la cuota y el restablecimiento de la verdadera autonomía universitaria.
Por eso, que para el PNP ha sido como un
baño de agua fría y helada. Solo hay que mirarles los rostros desencajados y
rabiosos. Dicen ellos que el pueblo no entendió su mensaje. Yo creo que sí. Por
eso fue que perdieron. Y en todo caso no salen de su asombro al ver a su
guerrero mayor batallando una crisis emocional que lo ha dejado sin fuerzas
lingüísticas tan siquiera para pronunciar el nombre de nuestra nueva alcaldesa.
Hoy tenemos que tener esperanza. Tengo
mucha fe en ella y sé que en esencia es una de esas líderes que surgen en medio
de una crisis y se levantan victoriosas valorando no tan solo aquellos que
creen ella sino a los que no creen. Una mujer sencilla, humilde y valiente que
se enfrentó directamente a una persona que en aquel momento era supuestamente
invencible y lo venció dramáticamente.
La alegría del pueblo en su Toma de
Posesión era evidente. Al menos yo, en mi carácter personal, no he visto a un
líder que le levante la sonrisa y las lágrimas a un pueblo que el partido
contrario lo dejó mudo y empobrecido y sin muchas esperanzas.