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10/28/2018

El verdadero significado de la salvación

Capilla San Francisco de Asis, Viejo San Juan, Puerto Rico / Foto: José C. Burgos

Nuestra vida espiritual se sumerge muchas veces en las profundidades del mar en donde se esconden nuestros dogmas y las doctrinas religiosas que nos inculcaron desde jovencitos. 

La noción del significado de la sociedad, varía, sobre todo porque el artista percibe aquello que le rodea totalmente distinto.

Y esa diferencia nos hace apartarnos del consumo desmedido, del egoísmo, las apariencias y la hipocresía que muchos mastican cuando nos hablan o peor aun: cuando hablan de nosotros.

De cierta manera vivimos dentro de una cultura latina maltrecha y entrelazada dentro de esos marcos religiosos que en todo caso han creado un sociedad materialista y lejos de lo que intuimos que es la verdadera espiritualidad. 

Pensamos en una humanidad plena pero como somos idealistas se transforma en una mera utopía.

La educación infantil basada en la religiosidad, en mi caso; católica, apostólica y romana siempre ha viajado en medio de grupos que al final del camino buscan su salvación. 

El problema es que lejos de ser religiosos, son otra cosa. Utilizan su creencia como salvaguarda porque piensan que dando limosna y comulgando, en su momento Jesús o San Pedro los espera con los brazos abiertos en el Paraíso.

Si pensáramos en eso como una realidad insalvable se les olvida que existe según sus mismas creencias un Purgatorio y un Infierno.

Pero basta con el sonido inicial de las campanas de la iglesia para que sientan ese clamor ficticio poco antes de la eucaristía. 

A través del tiempo he aprendido que al escudriñar los libros, los hechos históricos jamás se borran. 

Las Cruzadas, las torturas insólitas e inimaginables hacia los herejes y las sentencias injustas contra partidarios de la revolución teológica en América Latina no podrían desembocar, al menos en mi persona, en la apatía y separación de esos dogmas, doctrinas o como se quieran llamar.

Nuestros patriarcas morales; esos supuestos exponentes de la verdad entre el bien y el mal tienen en su frente grabada la codicia como si fuera una estampa tatuada en la piel. 

Poseen o al menos ellos dicen que poseen el poder de la “Palabra” sin embargo es una palabra que no es la de Dios. 

Si de algo estoy convencido que en su intimidad pululan en las sombras con las escenas pornográficas de la lujuria, la vanidad y la ira que unida y entrelazada a esa avaricia desenfrenada se convierte sin lugar a dudas en la fuente alterna de su naturaleza humana. 

Frente a sus altares, resplandecen como si fueran actores de Hollywood, con esa vestimenta religiosa repleta de santidad, impecable y planchada, ante la mirada material y absurda de sus seguidores, quiénes buscan desesperadamente, una escapatoria por aquello que hicieron en el pasado.

Piensan y están totalmente seguros que Dios olvida. 

Que su pasado no es más que un mero resbalón, un accidente que no tiene nada que ver con su ascenso directo a la divinidad. 

Utilizan la desgracia humana para fundamentar sus teorías. Establecen ejemplos de carne y hueso como si los que estamos ajenos a sus prédicas fuésemos de cierto modo e irónicamente los fenómenos de un circo.

Su moralidad se basa estrictamente en el amor al dinero. 

Enfrascarse en luchas, atropellando a cualquiera con el fin de lograr sus propósitos. 

Pero al final del día cuando se ven a sí mismos frente al espejo, quedan pillados ante la estampa real de su miseria humana. 

Por eso, su refugio perfecto es la religión. Es la coartada estudiada para cubrirse con un manto lleno de mentiras y falsedad. 

Si no me creen, lean los periódicos y busquen cuántos han sido acusados de actos lascivos.

Dios se les aparece a su conveniencia y utilizan su oratoria para atrapar a a sus feligreses con el engaño masivo y su prédica hipócrita. 

Con una voz aprendida logran que miles de personas, ciegas por naturaleza y pobres de espíritu sustraigan de sus carteras y billeteras sus ahorros. 

Aprovechándose como se aprovechan las aves de rapiña para levantar un culto con el fin de crear un imperio religioso. 

Así y con el tiempo, han levantado imperios, no tan sólo estructuras de concreto con nombres ridículos, sino que han creado toda una estampida en los medios en cadenas de televisión.

La evolución tecnológica y digital de las redes sociales y por supuesto, los programas de televisión pidiendo dinero y de radio además los coloca al mismo nivel de la usura y el menosprecio.

La Iglesia Católica, como Estado Político pierde de perspectiva su pasado; la Sagrada Inquisición se encuentra en sus espaldas. 

Su contraparte no es nada diferente; una manipulación protestante masiva y un ministerio evangélico fanático cuyas vertientes nos han llevado sin duda a pensar en los aspectos más ridículos de la mente humana, como escalar paredes de oro cuando llegue el supuesto rapto al final de todos los tiempos. 

En esencia todos estos religiosos o fariseos son nada más y nada menos que instrumentos de venta o de destrucción masiva, donde se esconden sus verdaderos intereses. 

El culto al dinero, al lujo y a la extravagancia, las modalidades de la moda y la incursión de su peculiar moralidad en el ámbito político: es ahí que están sus dioses. 

Y en medio de toda esta tempestad social y religiosa, le hacen competencia a los católicos sin pensar que fuera de esos muros de salvación, está nuestra sociedad. 

Pero, la ironía es que a esa misma sociedad le importa poco esos preceptos hipócritas cuyos hormigueros de gente viven en los templos “con placeres para esconder el miedo y lo ajeno” como decía Facundo. 

Viendo cómo se entregan a Cristo cerrando para siempre el infierno de su pasado. Una Biblia debajo del brazo es suficiente para asegurar su pasaje a la salvación. 

De manera que nuestra sociedad busca de Dios como una brújula dirige nuestros pasos. Es ridículo concebir la salvación como una escalera precipitada al paraíso con un número específico de personas escogidas.

Ellos definitivamente piensan que son los dueños de la verdad y esa verdad en algún momento los irá a buscar tarde o temprano. Similar a un personaje siniestro sacado de los “cómicas” para enfrentarnos cara a cara con nuestro destino. 

Los falsos profetas están por todas partes. 

Y se propagan como un virus que se esparce sin control aparente. 

Gritan desde las aceras con las escrituras en mano. 

Alejándonos cada vez más de la verdadera esencia de la bondad, la dignidad, el amor, la tolerancia y otros valores que se intuyen como principios y anhelos de nuestra humanidad.

Para mí lo único verdadero que llena mi espíritu jamás podría estar plagado de sueños con historias de salvación. 

Porque la verdad o el significado inequívoco de la verdad está escrita sobre un velo de misterio con miles de interrogantes. 

Nos toca a cada uno dar cara a cada una de esas preguntas. Es por eso que la salvación es individual. 

Cada cual debe cargar su propia cruz. Y si puedes ayudar a otros a cargarla sin esperar nada a cambio: hazlo! 

El espíritu, que convive en nuestro conciencia es por mucho, más de lo que esos pendejos piensan que es. 

Si la limpieza espiritual fuese una verdad, nuestra limpieza tiene que comenzar con uno mismo, puesto que “no hay espíritu limpio si tú estás sucio”…

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